“Salgo a la calle y digo: Pensar que por aquí andaba Gonzalo”
03 de Septiembre 2023 | Publicado por: Sebastián Rojas
Diario Concepción conversó con la única madre de la región que aún espera noticias de su hijo detenido desaparecido en 1987.
Todo cambió aquel 11 de septiembre de 1973. Digna Navarrete (88) estaba en su casa cuando su hija mayor llega y le dice “Digna, Digna, hay un Golpe de Estado”. “Sí sé”, le respondió, porque los despachos radiales ya le habían contado el crucial escenario que se vivía en la capital y que, abruptamente, se extendió por 17 años en el país dejando una huella imborrable.
Desde ahí, la situación para la familia Fuenzalida-Navarrete -como para muchas- se tornó compleja. La sociedad a la que estaban acostumbrados dejó de existir de un momento para otro.
Digna Navarrete (quien prefiere que solo la llamen por su primer nombre), la única madre en la Región del Biobío que aún espera noticias de su hijo detenido desaparecido, Gonzalo Fuenzalida, comentó que luego del Golpe, el Cerro La Pólvora de Barrio Norte, donde aún vive, fue cubierto por un manto de oscuridad y clandestinidad para quienes se sumaron a la resistencia.
Los vecinos ya no se saludaban, la vida en comunidad, sobre todo en aquel sector donde predominaban los militantes o simpatizantes de la Unidad Popular, “aquí vivían muchos comunistas”, como dijo Digna, se esfumó.
Sin embargo, en la familia de siete hijos que formó Digna y Manuel Fuenzalida -su esposo ya fallecido-, había un muchacho que, a pesar de las dificultades y represión que el país vivía, sintonizaba alegre su vida con canciones de Silvio Rodríguez, hablando de películas como Las Guerras de las Galaxias, leyendo libros en secreto y, con su personalidad ‘canchera’, sacando sonrisas con sus respuestas inmediatas a todo desafío o tarea.
Gonzalo Fuenzalida, “El Manzanita”
Gonzalo Fuenzalida, apodado “El Manzanita” porque, cuando algo le daba vergüenza, según contó su madre, se ruborizaba por completo.
Él tenía 12 años cuando llegó la dictadura. Desde su inicio, y con una lucidez temprana, iba a las ferias a trabajar en cualquier puesto. Finalizada la jornada, siempre llegaba con verduras y frutas para aportar a su hogar.
“Es que Gonzalo fue de chico solidario. Era muy dicharachero, bueno para las tallas. Era optimista, era alegre. Y bueno, cuando Gonzalo terminó octavo básico, y debido a la situación económica -porque éramos pobres, ahora somos vulnerables-, Gonzalo iba a la feria con los vecinos de enfrente a hacer cortes, llevar paquetes, a recibir monedas, varios trabajos”, recordó Digna.
A pesar de todo, era innegable el régimen al que estaba sometido Chile. En el mismo sector del Cerro La Pólvora, los siete hijos y el matrimonio vieron en una oportunidad como perseguían y torturaban a sus compañeros, militantes y amigos.
“Nosotros vimos aquí (…) cómo torturaban a una persona. La sentíamos cómo la sacaban y la tiraban al suelo. Eso lo vimos mis siete hijos con mi viejo, entre medio de una mata de rosas que tenía. Entonces por eso, Gonzalo, Manuel, todos mis hijos vivieron la dictadura conmigo. No fue cosa que yo les conté después. Me imagino que ver eso, cualquier ser humano, es chocante por no decir injusto y uno no sabe cómo reaccionar. Me imagino que eso puede haber sembrado dentro del corazón de Gonzalo un espíritu de lucha”.
Desde entonces, no hubo retorno de voluntad para unirse a la resistencia. Algunos hijos pasaron de militar en la Jota (las Juventudes Comunistas) a unirse al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (Fpmr). Jimena Fuenzalida (59) -quien ayudó a coordinar esta entrevista-, fue una de las primeras hijas en ser detenida en 1983. Después vino Manuel Fuenzalida (64), en 1985, otro de los hijos que actualmente vive en Cuba, es kinesiólogo y tiene una hija. Y, en 1987, Gonzalo.
Antes de aquello, y ya adulto, Gonzalo Fuenzalida fue enviado por el Frente a recorrer varios países para estudiar, formarse e instruirse. Pasó por Cuba, Dinamarca, entre otros. Desde esos lugares le mandaba postales a su familia con otros nombres, como por ejemplo: Victor.
4 de septiembre de 1987: “Esa fue la última vez que lo vi”
De regreso en el país, Gonzalo Fuenzalida se asentó en la capital, en Maipú, donde pagaba una pieza en una pensión y se dedicaba a ser mueblista.
Sucedió que, como su hermano Manuel, “Lito”, estaba detenido en la ex penitenciaria de Santiago, se estaban realizando juicios en donde se podría luchar jurídicamente por su libertad.
Es así que, el 4 de septiembre de 1987 Digna Navarrete viajó a Santiago junto a dos testigos que la abogada de Lito le había solicitado para una audiencia. Gonzalo estaba esperando a su madre en el terminal. Al encontrarse, Gonzalo le cuenta a su madre que habían ido a allanar la casa de la pensión.
Sin dudarlo, y tomando conocimiento de que Patricia Cancino -la novia de Gonzalo- trabajaba en un local comercial, Digna le dijo a su hijo que “te ruego, por todo lo que más quiera, no vayas a buscar a la Pati, porque eso, le dije yo, es un cebo que te dejaron”, a lo que Gonzalo respondió “No, Digna, si no voy a ir”.
Tomaron el metro, transcurrieron algunos andenes hasta que llegaron a la estación “El Llano” de San Miguel. Digna y Gonzalo se despidieron. Acto seguido, el joven de 27 años salió del expreso, se arrodilló para abrocharse los zapatos y miró hacia todos sus costados: era su técnica para averiguar si es que lo estaban siguiendo.
“Yo me quedé arriba en el metro con mis compañeras y me quedé viendo a Gonzalo. Arriba la compañera me decía que no llorara, pero yo le dije que no sé cuándo va a ser la última vez que voy a ver a mi hijo. Y fue la última vez”, rememoró Digna.
Luego, entre el 7 y el 11 de septiembre de 1987, detuvieron a Gonzalo agentes de la CNI, junto a otros cuatro compañeros de militancia, en fechas cercanas, pero distintas. La última vez que se le vio fue el 7 de septiembre de dicho año, alrededor de las 18:00 horas cuando fue a ver a Patricia Cancino a su trabajo en la Ferretería América ubicada en Maipú.
En la instancia, ambos acordaron que Gonzalo la pasaría a buscar a las 19:00 horas del mismo día, cuando ella saliera de la jornada laboral. Sin embargo, el joven de 26 años, nunca llegó a la cita ni volvió a la pensión. Desde entonces, se desconoce su paradero.
¿Dónde está Gonzalo?
En la conversación, Digna Navarrete fue sincera al expresar que “a nosotros esta dictadura nos tiene con una tortura permanente. Yo salgo a la calle y digo ‘pensar que por aquí andaba Gonzalo’. Cuando pasó, me fui a Penco a pagar y me salía el llanto porque yo sabía que él había visto todo eso: había visto todos esos árboles, todas las casas. Me costó mucho recuperarme de eso”.
“Me duele mucho. Me voy a ir convencida de esta tierra de que a Gonzalo, como dicen, lo tiraron al mar, pero ¿Quién me justifica que los tiraron al mar?, ¿Por qué yo tengo que creer lo que ellos me dicen?”, dijo Digna.
Lo anterior es referencia a lo que se supone pasó con Gonzalo debido a que, su detención, junto a la de sus otro cuatro compañeros -Julio Muñoz, José Peña, Alejandro Pinochet y Manuel Sepúlveda-, respondería a una operación que la CNI llevó a cabo para canjear la libertad del coronel Carlos Carreño, secuestrado por el Fpmr.
Es entonces que, en 2006, y según consigna Memoria Viva, un piloto a quien Augusto Pinochet siempre le confió su vida, conocido como el “Chino Campos”, confesó que bajo órdenes del coronel Mario Navarrete, lanzó desde un helicóptero a los cinco detenidos desaparecidos.
Finalizando la sentida y sincera conversación con Digna Navarrete, donde también estuvo presente su hija, Jimena Fuenzalida, las sensaciones y respuestas tras años de dolor familiar van en dirección a que todo lo que ocurrió, todos los vejámenes cometidos en dictadura, se divulguen, que se respete la democracia y que, al menos, el Plan Nacional de Búsqueda se configura como una luz de esperanza para hallar a Gonzalo.
“Lo primero es que se divulgue, que en la televisión se divulgue, salga, se hagan programas. (…) Veo muy poco cambio en cuanto a lo que estamos viviendo, lo único que podría encontrar que es bueno es que la juventud se está integrando en esto, los jóvenes están entendiendo esto que pasó y esto que están viviendo”.
“Esa es una de las satisfacciones que queda de todo este dolor que hemos pasado nosotros. Queremos que esto nunca jamás vuelva a suceder, y para que esto no vuelva a ocurrir, tiene que estar atenta la juventud a ir viendo la historia”.
“Lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida”
El 27 de julio de 1989, Digna Navarrete escribió una carta para su hijo Gonzalo. Con el epígrafe “lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida” de la Canción del Elegido de Silvio Rodríguez, sinceró:
“Ya hace casi dos años que lucho con todo mi corazón, con todas mis fuerzas para encontrarte. Todavía te llamo hasta perder la voz, pero tengo la fe en que algún día no lejano, tendrán que darme una respuesta. Por eso, hijo mío, a pesar que quizás esta carta no llegue a tus manos, a esas manos tuyas que muchas veces me abrazaron y, a la vez, decías bajito ‘¡No llores mamá! Yo, tu madre, te deseo feliz cumpleaños”.