Histórico estilista, con más de 50 años de carrera, relata su experiencia con el Golpe de Estado, jornada que vivió desde su reconocido salón “Pinocho”.
Por Marcelo Contreras Belmar
“Tenía una fila de gente creciendo afuera. La gente se cortó más el pelo el 11 de septiembre, durante la década de los 70, porque estaban de moda los hippies”, explica peluquero histórico de la ciudad de Concepción, Emeterio Pino Burgos (74), recordando lo ocurrido el 11 de septiembre en su peluquería “Pinocho”, ubicada en la calle 21 de Mayo, al frente de la Laguna Redonda.
Lo anterior, debido a que las personas quisieron cambiar su aspecto físico, en su mayoría hippie, por temor a ser detenidas. Dos opciones, o se cortaban el pelo y las barbas, o bien, se teñían el cabello. Y, así lo hicieron en el salón “Pinocho”.
La mañana del 11 de septiembre, Pino Burgos estaba esperando la locomoción colectiva en el cruce de las cuatro esquinas en Hualpencillo (antigua denominación de la comuna de Hualpén) a por donde pasaban la mayoría de los vehículos, ocasionalmente a Emeterio lo recogían conocidos, y ese día, un cliente lo llevo a su peluquería, durante el viaje fue que se enteró que había ocurrido un Golpe de Estado.
“Recuerdo que el 11 de septiembre, pasaban camionetas de la empresa Petrox y Huachipato con mucha regularidad, pero como patrulla, los militares requisaron todos eso vehículos y los utilizaban en vez de furgones”, relata Pino.
Oriundo de Mulchén, llegó el año 57 a Concepción, a la temprana edad de ocho años, hijo de padres faeneros agrícolas. Al llegar al Gran Concepción, su padre se dedicó a la artesanía en mimbre.
Cuando niño trabajó por dos años en una peluquería ubicada en la galería universitaria, la Peluquería Oriente de Santiago García, quien era conocido popularmente como “El pollo García”. Pino comenzó a trabajar a los trece años en peluquerías, primero se dedicó a limpiar el piso, recibiendo las cosas de los clientes, los sentaba en las sillas y les colocaba las chaquetas, preparándolos para los cortes.
“Ahí vi cómo trabajan los maestros, me llamó la atención un caballero de apellido Zurita que hacía cortes militares, y a otro caballero de apellido Campos que tenía la peluquería, ‘Estudio 2000’, en la galería Caracol. Me gustaba como trabajaban solo con tijera, entonces yo los observaba a ellos para aprender” mencionó Emeterio Pino.
“Empecé a cortar el pelo a los 13 años, don Santiago me dijo que podía ocupará sus herramientas, y que cortará en la peluquería cuando yo iba a hacer el aseo los fines de semana. Entonces yo llevaba a un amigo o vecino y les pedía que me ayudaran a hacer el aseo para que el lunes estuviera impecable la peluquería, mientras yo cortaba el pelo a otros. Ahora llevo más de 50 años cortando el pelo y específicamente llevo 42 años, en esta peluquería”, concluyó el barbero.
Don Emeterio Pino Burgos llegó a su peluquería en la mañana como todos los días, pero no iba a ser una mañana como todas las anteriores, los clientes hicieron la fuera de “Pinocho”, esperaron desde 4 horas hasta 5 horas para cortarse el cabello.
“Me llegaron clientes todos los días, todo lo que duró el golpe militar, debido a comentarios que decían que estaban tomando personas detenidas. Tenían barba, bigote y las patillas largas como las usaba Sandro. En esa época era común tener barba, en esa época me pedían echarles la melena abajo, cambiar la apariencia y eliminar la barba”, relata Pino.
El barbero continuó trabajando todos los días, desde las nueve de la mañana, respetando las horas que se establecían para el toque de queda. Todos los días tenía clientes esperando para que les ayudara con su cabello, aunque destaca que no todos llevaron la misma apariencia para evitar ser aprehendidos por las patrullas.
“Había gente que cambió la apariencia, conocí a personas que se dejaron la barba al contrario de lo que se piensa. Se sentían perseguidos, y para que no los reconocieran se dejaron crecer el pelo y la barba, incluso se tiñeron el pelo” agregó Emeterio.
Emeterio Pino a pesar de saber quiénes eran sus clientes más frecuentes, no los conocía en realidad, debieron pasar 50 décadas para saber que incluso algunos de ellos fueron exiliados políticos durante la época de Dictadura.
“No creo que haya alguien que se haya salvado de que le hubieran hecho control de identidad. ’Ya, el carnet’, decía un militar, y el otro le respondía: ‘no nada de carnet, manos en la nuca al tiro’, o también te mandaban a la muralla o ‘bájense todos de la micro’, esto era porque andaban buscando alguien y si no era a quien buscaban, nos subían a la micro y seguíamos con el viaje”.
A pesar de haber vivido una época muy obscura de la historia chilena, en un país que se polariza políticamente siempre que se conmemora esta fecha, Pino Burgos no culpa a ningún polo de chilenos, sino que considera a una nación extranjera como los verdaderos artífices de la Dictadura.
“Fíjate que yo no culpo tanto a la época de la Unidad Popular, ni lo que hubo posteriormente. Yo tengo otra forma de ver las cosas. Para mí todo lo que paso desde el 73, fue consecuencia de la mano negra de Estados Unidos. Ellos empezaron a trabajar en contra del Gobierno de la Unidad Popular mucho antes que fuera elegido Allende. Acuérdate que en octubre mataron al general Schneider. Y después siguieron asesinando a otras personas durante el golpe”, concluyó Emeterio Pino Burgos.