El tenimesista angelino radicado en Concepción, vive el deporte como nadie y hoy saca a relucir su paleta representando a la Universidad del Biobío. Mientras se queda con la medalla de oro a nivel regional en la última definición universitaria, habla de sus inicios, momentos destacados y lo que viene ahora para él.
Por Christopher Cortez Alarcón
Tiene 21 años. Más de la mitad de su vida la ha pasado junto al tenis de mesa. Pero la forma en que la disciplina llegó a la vida de Braulio Neira, no es para nada común. No le enseñó un pariente mayor, tampoco es tradición familiar: fue un concurso en la ciudad de su familia, Constitución. Sí, un concurso, y lo cuenta con una sonrisa en la cara y anticipando que “es súper loca esta historia”.
“Hace muchos años atrás, mi abuela fue a un supermercado en Constitución. Ella sacó un jugo y, en ese jugo, había un sorteo. Justo esa caja tenía el premio y se ganó una mesa de ping pong. Allá no tenía dónde colocarla porque ella es mayor, así que la mandó a Los Ángeles. Ese fue el inicio; llegó la mesa a la casa y nos gusto a mi mamá, a mi papá, a mi hermano y a mi”, narra.
Como si el destino lo tuviera escrito, el tenis de mesa y él no se separaron nunca más. Incluso, pese a que Braulio sabe que ha tenido más tropiezos que festejos. “A pesar de que llevo tanto tiempo jugando, no he conseguido logros tan importantes. El 2012 fue la única vez que salí campeón pero, de ahí hasta antes de la pandemia, salí no sé cuántas veces segundo. Perdía siempre las finales o semifinales”, manifiesta.
Y agrega que, “tengo incontables títulos comunales y provinciales. He participado en selectivos nacionales pero no he quedado en la selección porque eso es muy complicado, sobre todo cuando vas creciendo porque hay chicos que se dedican o tienen mucho más apoyo”.
Pero la perseverancia y el amor por la disciplina han podido más. Solo una vez se alejó, pero fue momentáneamente. Expresa que le apasiona “jugar, ir a otros lugares. Aquí en Chile conozco casi todas las ciudades desde Santiago hasta Quellón. También he tenido la posibilidad de ir a Argentina y, este año, a Perú por la universidad”.
Inició, entonces, jugando en su hogar. A partir de ahí, empezó a entrenar con mayor regularidad y competir, todo eso en la Escuela Pedro Ruiz Aldea de Los Ángeles. Dos años después de ingresar obtuvo su mencionado título, en el regional de categoría sub 11.
El joven menciona que, “por suerte al colegio llegó una persona que era muy buena, un entrenador de tenis de mesa que trabajaba para todos los establecimientos municipales”. Se refiere a su coach, Alejandro Moncada, quien lo ha acompañado durante toda su vida deportiva.
“Sin duda para un deportista siempre el entrenador es algo muy importante. He estado con la misma persona desde el 2010, entonces nos conocemos desde hace muchos años. Por otra parte, está mi hermano, porque con él empecé a jugar. Cuando estudiaba, él jugaba por la ‘U’ y, pese a que ahora ya no compite tanto, cuando nos vemos vamos a jugar ping pong. Por último, mi familia en general, papás y abuelos, se ponen súper contentos cuando me ven llegar con una medalla a la casa o viajo a otras partes”, reflexiona.
Este 2022 es su tercer año estudiando Ingeniería Civil Mecánica, pero como resalta con mucha alegría, “el primero presencial”. De ahí su motivación por representar a su casa de estudios y, a la vez, regresar a las competencias luego de la pandemia. Recién se pudo reencontrar con los partidos a fines del 2021.
“Una de las cosas que más extrañaba en la pandemia eran las competencias deportivas. Cuando fue el primer campeonato abierto en Temuco, en octubre del año pasado, estaba feliz de volver a ver a los chiquillos, amigos con los que nos hemos visto crecer juntos. Fue súper rico”, destaca.
El pasado 2 de diciembre, junto a la selección masculina de UBB, obtuvieron el primer puesto regional en la final del tenis de mesa Adesup. En el gimnasio de la Universidad Andrés Bello, derrotaron a instituciones como Universidad de Concepción y los propios locales.
En lo personal, también significó un cambio de vida, ya que debió dejar Los Ángeles para desarrollar sus estudios superiores. Por eso, hoy vive solo en Concepción, arrendando una pensión y visitando a su familia los fines de semana.
“Por temas de estudio estoy entrenando bastante poco, solo una vez a la semana, pero todas las semanas. El tenis de mesa es algo complicado, que uno no aprende de la noche a la mañana. Uno puede empezar a jugar pero para un nivel competitivo se requiere de tiempo y yo ya tengo todo eso acumulado”, indica sobre su presente.
Para el futuro venidero, tiene claro que, “en Chile ser deportista profesional es algo muy complejo, entonces ya no fui. Sin embargo, ahora juego en la universidad y cuando trabaje imagino que será similar. Quiero seguir llevándolo, entrenando a modo de deporte porque esto es lo que me apasiona”.