El estallido social en nuestro país ha generado una sobreabundancia de desinformaciones o noticias falsas que copan día a día nuestras redes sociales. Si bien la producción y consumo de fake news en ambientes digitales es un fenómeno reciente, directamente ligado al avance tecnológico, que ha puesto un promedio de 3 móviles por persona en Chile, la creación de noticias falsas para instalar mentiras por verdades es tan antiguo como la prensa misma.

En el año 1898, España y Estados Unidos atravesaban por su peor momento diplomático, pues ambas potencias se disputaban el control de las últimas colonias españolas: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En este contexto, el magnate norteamericano y dueño de 28 periódicos, William Hearst disputaba su propia batalla por obtener la mayor venta de impresos. Fue así que Hearst envío a Cuba a corresponsales con la orden de contar las atrocidades que, según él, cometían los españoles. La realidad era que la situación en Cuba era casi normal y salvo algún enfrentamiento menor entre rebeldes y españoles no había gran cosa que contar. Uno de los corresponsales, que además era dibujante, mandó un telegrama a Hearst que decía: “Todo está en calma. No habrá guerra. Quiero volver”. La respuesta de su jefe fue la siguiente: “Usted suministre las ilustraciones que yo suministraré la guerra”. Esto dio origen a una de las primeras noticias falsas de las que se tenga registro: el reporte en el “New York Journal” sobre el hundimiento del acorazado estadounidense Maine en manos de los colonos españoles. Dicho acto de guerra nunca ocurrió, pues el barco sufrió una explosión en una de sus calderas, matando a 258 marineros estadounidenses.

Este fue el punto de partida para que el presidente americano Mckinley, muy presionado por la opinión pública de su país, iniciase la confrontación. El 25 de abril de 1898 ambos países se declaran oficialmente la guerra. El enfrentamiento duró cuatro meses, dejando más de 11.000 soldados muertos. Este es el poder de la desinformación, que arrastra a las personas y países a tomar decisiones basadas en mentiras emotivas y no en hechos, y es por eso que se hace imperante estar prevenidos contra este fenómeno.