Se ha puesto en evidencian una preocupante visión de los ciudadanos en lo relativo al comportamiento actual como sociedad; un 84,7% estimó que estamos más violentos y el 35,7% declaró sentirse más violento que el año anterior.
El inicio de un nuevo año suele estar acompañado de introspecciones individuales y colectivas, para algunos la oportunidad de justificar las malas cosas como han sucedido y para otros la posibilidad de corregir errores, más la común esperanza que cualquiera de esas dos actitudes sirva de algo. Aún con esa historia repetida hay un espacio para poner de relieve las circunstancias que más preocupan, con la sana intención de solucionarlas, sino en el plazo limitado de un año, por lo menos, dejar algo emprendido para seguir avanzando paulatinamente.
Ojalá sea este el año en que los chilenos, por diversas circunstancias, nos demos cuenta que nos estamos arruinando mutuamente la vida con pesimismo y con violencia, sobre todo esta última, porque repercute inmediatamente sobre otros. Para cualquiera es evidente que la agresividad media del chileno es alta, que estamos listos para atacar a cualquiera, muchos a un nivel razonable, rápidamente controlado, pero otros tantos, dispuestos a injuriar o lesionar al prójimo por razones menores.
En una encuesta realizada en la capital por el Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública, de la Universidad Central, se puso en evidencian una preocupante visión de los ciudadanos en lo relativo al comportamiento actual como sociedad, un 84,7% estimó que estamos más violentos y el 35,7% declaró sentirse más violento que el año anterior. El 45% dice haber sido testigo de actos violentos en la vía pública durante el último mes y un porcentaje similar se ha sentido intimidado en la calle.
Para algunos sociólogos, la violencia interpersonal ha trascendido el ámbito privado y ha adquirido una dimensión pública, y por otro lado, la violencia de masas se ha apoderado del escenario social, por problemas de diversa naturaleza, a veces de naturaleza gremial, que bien pudieron discutirse en los ámbitos que corresponde, se escala a manifestaciones y vandalismo en la calle.
En otro ángulo del mismo asunto, según las estadísticas del automóvil Club, más del 90% de los chilenos ha protagonizado algún altercado con un automovilista y más del 20% de las personas sale a la calle con disposición para enfrentarse con otro conductor, los peatones están dispuestos a agredir e insultar a un conductor si este, en situación de atochamiento, está impedido de cederle el paso. La simple observación en cualquier semáforo permite escuchar historias de violencia al volante, desde discusiones hasta peleas violentas con peatones u otros choferes. Los insultos son tan comunes como la mala educación.
La misma fuente señala que 4 de cada 10 personas que circulan por las autopistas urbanas lo hacen a exceso de velocidad, acompañado de actitud violenta, 25% de los encuestados declara que maneja de manera ofensiva; el 93% ha tenido algún evento violento en los últimos tres años con otro chofer o con otro usuario del sistema vial.
Para los expertos, esta realidad es reflejo de verdaderas conductas subterráneas que son transversales en el chileno, y que si bien la actitud violenta es transversal, en los estratos socioeconómicos superiores está acompañada de una mayor sensación de impunidad, mientras en los de inferior nivel socioeconómico la violencia física puede ser más frecuente.
Chile está todavía lejos en cuanto a aprender buenas costumbres sociales, las buenas costumbres hay que educarlas, ¿cuándo empezamos?