Se demoró cuatro horas en alcanzar la cota 2.600 y tardó menos de dos minutos en volver al punto de partida, cerca del campamento que estaba a 1.800 metros de altura. Tras su milagroso rescate, hoy se recupera.
Se demoró cuatro horas en alcanzar la cota 2.600 y tardó menos de dos minutos en volver al punto de partida, cerca del campamento que estaba a 1.800 metros de altura. Tras su milagroso rescate, hoy se recupera.
Felipe Placencia Soto
felipe.placencia@diarioconcepcion.cl
El 4 de septiembre será un día que el montañista Jaime Pedreros (32) nunca olvidará. A minutos de llegar a la cima del Volcán Antuco sufrió una estrepitosa e impresionante caída de 800 metros que lo dejó de milagro sólo con golpes, quemaduras en su rostro, brazos (uno de los cuales se quebró), un esguince en el pie derecho y lo suficientemente consciente como para levantarse, caminar, pedir ayuda y vivir para contarlo.
Para este kinesiólogo y deportista oriundo de Coelemu, radicado desde hace un tiempo en Concepción y apasionado de los deportes extremos, la interrogante tiene una sola explicación: obra divina.
"Gracias a Dios estoy vivo. No existe otra razón más que esa. ¿Cómo te explicas que caiga 800 metros cerro abajo, entre rocas, nieve, hielo, a una velocidad que no te imaginas, y apenas me fracture un brazo y sufra quemaduras que se van a recuperar? No quedé parapléjico, con daño cerebral o secuelas en los órganos internos. Quedé con nada que me vaya a perjudicar notablemente mi vida después de que me recupere totalmente. Es una bendición estar vivo", reflexionó Pedreros, quien tiene cursos certificados para ascender.
La subida
Fue el sábado tres del mes pasado cuando partió todo. Pedreros llegó en compañía de sus amigos Víctor Monardes y Karina Del Río. "Instalamos el campamento a 1.800 metros donde terminan los andariveles. Primero pensamos en subir las cinco de la mañana para estar dentro de las ocho a nueve haciendo cumbre, poder bajar entonces y estar con calma a las 12 del día en el campamento y volver a Concepción después. Sin embargo, había mucho viento. Entonces decidimos pararlo. A las ocho nos levantamos y evaluamos para decidir en base al tiempo en ese minuto. Empezamos a subir pasada las nueve. Comimos y decidimos que el viento, si bien estaba fuerte, no nos afectaría", recordó.
Karina Del Río no subió y eso fue vital. El día estaba despejado con un sol que entibiaba en algo el frío. Se quedó a hacer fotos y videos. "La cumbre está como a 2.900 metros aproximadamente. Nos íbamos a demorar entre cuatro a cinco horas en subir. Unos amigos se integraron, montañistas de la UBB que llegaron en la noche. Sólo me di cuenta al día siguiente de que eran ellos (Manuel y Patricio)", narró Pedreros.
Poco antes de los 2.600 metros, Víctor Monardes se cansó. Pedreros decidió continuar y pasos más arriba se encontró con Patricio, quien estaba dudoso de seguir debido al fuerte viento. "Me dijo que se iba a juntar con el resto en la cumbre falsa cerca de los 2.700", puntualizó el deportista.
La caída
"Entonces el Pato me dijo que siguiera caminando. Como a 10 metros o 15 metros de avance, no más que eso, de pronto ya iba rodando en un segundo, de la nada", enfatizó Pedreros.
Si escalar a la cumbre puede tomar cinco horas desde la base, el tiempo de bajada puede llegar de dos y media a tres. Jaime Pedreros lo hizo en menos de dos minutos.
"Intenté colocar el piolet y cargarme en el, que es la técnica de autodetención, según contó Víctor, quien vio cómo me iba cayendo, pero que finalmente no pude parar. Las condiciones de la nieve no estaban buenas: todo duro, había hielo, estaba congelado", analizó el andinista.
Por lo que recuerda, hubo un momento que iba de cabeza mirando hacia la falda del volcán con la planta de los pies hacia el cielo, tal como se debe hacer, para evitar herirse con las puntas de las botas (crampones). "Tuve suerte de no chocar con ninguna de las rocas. Me muero al tiro. Nada que hacer ahí", advirtió.
El rescate
Pedreros estima que la velocidad a la que iba bien pudo superar los 50 km por hora. "Por un momento pasé por encima de un pedazo de nieve o roca, volé y cuando caí ya no me acuerdo de nada más. Caí inconsciente. Tengo leves recuerdos de cuando caí".
Tras rodar, Jaime Pedreros quedó en la nieve. La caída fue a las 11:26 y lo encontraron a las 12:00. Después de volver en sí, recuperar fuerza, lograr pararse y caminar, vio a Karina, quien en ese momento tomaba fotos y hacia un vídeo de recuerdo. De hecho, en una de las capturas se puede apreciar cómo pide ayuda.
De cómo llegó al hospital de Los Ángeles es otra odisea. Los amigos que lo vieron caer temieron lo peor: la muerte. A más de 2.600 metros de altura no había cobertura. De vuelta encontraron el celular de Jaime intacto. Llamaron a su polola y una hermana. Abajo en la carpa fue socorrido. Unos extranjeros proporcionaron mantas térmicas. Rescate Andino y el Gope estaban demasiado lejos. Dos bomberos que apagaban un incendio en Villa Peluca acudieron (en proceso que tomó horas). Lo subieron a una camioneta, luego transbordaron a una ambulancia de Huépil y luego a otra que lo llevaría rumbo a los Ángeles. Allí lo esperaban. Al día siguiente y ya en Concepción, fue atendido en la Clínica Universitaria, donde se operó del brazo izquierdo roto al que unieron con metal.
Hoy lleva un mes de licencia y ya no luce su rostro inflamado, imagen que fue viral en Facebook. Sin embargo, le tomará tres o más para recuperarse para poder trabajar en el Hospital de Coelemu. "Mi error fue el exceso de confianza y la mala técnica. No puse el pie cien por ciento en la nieve y eso hizo que cayera", reflexionó Pedreros, agradeciendo la ayuda de amigos y conocidos.
No obstante, adelanta que su amor por la montaña es fuerte y que seguirá subiendo, pero esta vez con más cuidado. "Puedo decir que ahora con esto soy autoridad para decir que se tomen todas las precauciones. Después de esto lo haré con otra mirada", concluyó Pedreros, quien fue contactado por una empresa para que cuente a otros deportistas sobre lo ocurrido. Hoy postula a ser parte del grupo de montaña de la UdeC.