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Las confesiones de un hombre que hace 30 años le disparó a Pinochet

Juan Moreno Ávila, uno de los hombres más destacados del Fpmr, solía ser Claudio por esos días. Hoy vive en Los Álamos, provincia de Arauco, siendo militante del Partido Comunista pese a estar en desacuerdo con varias de sus acciones actuales.

Por: Diario Concepción 11 de Septiembre 2016
Fotografía: imagenPrincipal-3037.jpg

Juan Moreno Ávila, uno de los hombres más destacados del Fpmr, solía ser Claudio por esos días. Hoy vive en Los Álamos, provincia de Arauco, siendo militante del Partido Comunista pese a estar en desacuerdo con varias de sus acciones actuales. 
 

Maximiliano Alarcón González
maximiliano.alarcon@diarioconcepcion.cl

Durante una reunión en el Gobierno Regional del Bío Bío, el intendente Rodrigo Díaz conoció de parte de sus asesores sobre la presencia de Juan Moreno Ávila en la Región, específicamente en Los Álamos, provincia de Arauco. Lo que motivaba la información a la autoridad no era el hecho de que un obrero de la construcción de 56 años, que habitó por mucho tiempo en el popular sector La Pincoya de Santiago, residiera ahora en nuestra zona. Lo esencial era que durante gran parte de su vida respondía también bajo otros nombres, Claudio y Sacha los más relevantes, en los tiempos en que era uno de los combatientes más destacados del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, cuando fue uno de los 21 seleccionados para la operación de aniquilamiento, hace 30 años, contra el dictador Augusto Pinochet Ugarte.

Un día lo citó a tomar un café Mauricio Hernández Norambuena, conocido bajo la chapa de "comandante Ramiro", hoy preso en Brasil por el secuestro de un publicista de aquel país. La conversación fue corta. Ramiro le preguntó si estaba dispuesto a participar en una misión en que existía un 99% de probabilidades de morir. Juan, que para Ramiro era Claudio, no lo dudó ni un segundo y confirmó su adhesión. Sólo eso sabía, que iba a una muerte casi segura, pero más información o siquiera el objetivo no se le entregó, debido a la compartimentación de la información, el método de seguridad para evitar filtraciones a los órganos represores, en que a los combatientes se les contaba sólo lo necesario. En aquel momento sólo les quedaba especular para ellos mismos. Pensaron que quizás atacarían algún regimiento o La Moneda, pensaron.

"Ramiro me dijo -lo mismo que te voy a decir yo tienes que planteárselo a la gente. ¿Vas o no vas?- Yo a la gente se lo planteé así mismo, sólo uno dijo que no, pero después se arrepintió cuando vio que íbamos todos (ríe)", dice el ex frentista.

Juan se lo planteó a cada jefe de grupo hasta que completaron las personas que participarían. El entrenamiento físico lo realizaban en el Parque O’Higgins, a metros de los militares que se preparaban para la Parada Militar del 19 de septiembre. 

El ataque, denominado Operación Siglo XX, estaba pactado para el domingo 31 de agosto de 1986, cuando Pinochet volviera de su descanso de fin de semana en su lujosa vivienda en El Melocotón. Se retrasó el plan una semana debido al regreso temprano a Santiago del ex comandante en jefe del Ejército, motivado por el fallecimiento del ex presidente Jorge Alessandri. 

Moreno recuerda uno de los momentos más emocionantes previos al primer intento de la operación: "Dos domingos antes del 7 nos llama Ernesto (José Joaquín Valenzuela) a que nos formemos, porque estaba todo listo para la operación. Nos forman, nos ponen el último discurso de Salvador Allende y quedamos todos peludos, fue impresionante la mística que había en ese momento. Ahí Ernesto nos plantea la misión y nos dice que lo que vamos a hacer es el ajusticiamiento del tirano. Es algo muy fuerte lo que se siente porque el fin último nuestro era eso, terminar con la dictadura y terminar con Pinochet. Tuviste la suerte de que te tocó, independiente de si mueres o no. Yo lo vi así, si yo soy un guerrillero lo que quiero es matarlo. Nosotros íbamos a morir ahí".

Juan aún encuentra sorprendente que no haya muerto ninguno de los frentistas. Además, señala que ninguno estaba preocupado por morir, de hecho, cuenta como anécdota que Héctor Maturana, que iba vestido de mujer para simular ser la pareja que viajaba en el furgón que se cruzó a la comitiva, lo único que pedía es que si moría le quitaran la ropa, porque no quería morir como mujer.

Durante la primera semana de septiembre, volvieron a La Obra una vez que les avisaron que Pinochet había subido a El Melocotón. Esperaron hasta el 7 de septiembre, todos en silencio y sin ganas de comer por la adrenalina, hasta que sonó el teléfono que les anunciaba que Pinochet y su comitiva habían iniciado su viaje de regreso. Era el momento de concretar la operación.

En cinco a diez minutos ya estaban dispuestos en sus lugares correspondientes. Juan Moreno iba en el pick up de una camioneta junto a Joaquín (Mauricio Arenas), partieron en sentido contrario a la comitiva de Pinochet para atacar por la retaguardia. 

"Yo vi la comitiva a lo lejos, sentí los balazos y vi unos pacos que saltaron heridos. Ahí es cuando yo tengo uno de los autos y Joaquín me dice que no dispare, ahí se baja uno de los comandos del auto y desapareció, porque el cuetazo que dio Joaquín le dio al comando y quedó desparramado. Ahí me toca a mí, pega el cuetazo y queda destruida la parte de atrás del auto. Eso fue muy rápido. Yo bajo de la camioneta y cuando voy corriendo baja otro comando corriendo hacia el cerro, donde estaban los cabros, salió disparando y me pasó un balazo por cada costado. Yo corrí para el auto que habíamos disparado y no había nadie con quien combatir, la resistencia se acabó al tiro. De repente explota algo y Joaquín quedó herido, a mí me saltó una esquirla. De repente alguien grita -¡auto!- y veo que va retrocediendo, yo estaba con el fusil y cuando disparaba sentía una impotencia tremenda porque las balas no hacían nada, se astillaba el vidrio pero no pasaba nada".

Moreno sigue recordando con decepción el no haber logrado el objetivo, pero indica que "estábamos conscientes de lo que se tenía que hacer en ese momento de la historia del país". Aunque como consuelo les queda que cumplieron con la premisa militar de haber neutralizado al 70% de la comitiva. "Lamentablemente, no se cumplió con el objetivo, pagaron las otras personas, pero era parte de lo que estaban dispuestos a asumir como escoltas, estás asumiendo la vida de otra persona. No le tomamos el peso a lo que estábamos haciendo, no pensamos en las consecuencias, al ratito se supo con la muerte de las otras personas. Habría sido otro Chile, habría cambiado drásticamente, pero arrepentido no estoy, las cosas que hicimos lo hicimos de manera consciente, sabiendo que podías morir".

30 años después

El miércoles se cumplieron tres décadas de ocurrido el atentado. Aquel día fue polémico por la solicitud del diputado Ignacio Urrutia de un minuto de silencio para los cinco escoltas muertos en la operación. También causó debate el apoyo de Gabriel Boric a la indicación de Urrutia. Pero Moreno lo entiende: "Yo respeto mucho las opiniones de Boric. Lo veo en la parte humana, a diferencia de lo que hizo Urrutia. No me causa malestar que Boric lo haya hecho, porque él no pertenece a ningún partido, lo hace a título personal, está asumiendo una situación que pudo haber sido traumática para las familias. Creo que no lo hace por ganar votos, porque por lo que sé a través de los medios de comunicación, él está clarito con su cuento". 

Luego del ataque a Pinochet su vida fue complicada. Fue el primero en ser detenido y a raíz de las torturas entregó algo de información que hizo caer a sus otros compañeros. Eso le pesó mientras estuvo en la cárcel. Era un problema con su consciencia más que con sus compañeros, quienes nunca lo sancionaron, probablemente, intuye, porque entendieron que haber sido torturado frente a su familia es algo imposible de soportar. Al respecto dice: "Yo cuando entré al Frente me preparé para morir, no para caer preso y ese fue mi error. El 21 de octubre nunca se me va a olvidar, caí preso ese día. El 19 de octubre yo tenía un fusil, un lanzacohetes, una escopeta y un revolver en mi casa. Siempre dormía con el revolver bajo la almohada. Ese día Ramiro me pide todas las armas, dos días después caigo, sin siquiera piedras para tirar".

Vivió en clandestinidad desde que escapó de la cárcel en 1990 hasta 2008, cuando su causa fue prescrita, en 2008 llegó a Los Álamos a vivir, luego de establecerse con su nueva pareja, con quien hoy tiene dos hijos (uno llamado Claudio, en honor a su chapa como frentista). Cuando conoció a su segunda mujer, lo hizo con otro nombre, sin ella saber quién había sido realmente Juan. Al tener al primero hijo, lo reconoció con su identidad falsa, eso lo motivó a volver a usar su verdadero nombre y contar la verdad a su familia. Su esposa no le creyó hasta llegar al registro civil, ahí supo todos los detalles. Dice que su entorno actual familiar es alejado de la política, pero que admiran lo que hizo.

Hoy Juan Moreno es parte de la directiva del Partido Comunista en Los Álamos. Sin embargo, es crítico con la clase política y el momento actual del PC, incluso, de su colectividad, dice estar de acuerdo en un 10% de las acciones actuarles. "A partir de la vuelta a la democracia, aparte de invalidar la movilización social, porque los mismos partidos le quitaron validez, también nos desprestigiaron, nos dieron vuelta la espalda, los mismos que nos aplaudían después nos marginaron. Hubo gente que estuvo esperando para celebrar la muerte de Pinochet y que ahora están en el poder, y alegaron en contra de las cosas que nosotros hacíamos. Tienes que saber que cuando estábamos en la población, las bases de la Democracia Cristiana y del Partido Socialista estaban muy cerca de nosotros. Pese que no sabían quiénes eran militantes del Frente, nos hacían llegar la información que tenían y el agrado que tenían del actuar del frente", dice Juan Moreno Ávila.

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