El objetivo fue analizar experiencias y desafíos en estos casos, junto con el Consulado chileno en la provincia de Neuquén y la oficina regional de Onemi.
Dos más dos no son cuatro. Al menos si se trata de revisar la realidad del desempleo con datos oficiales. Esta es la historia no contada del mundo laboral chileno.
Luz María Astorga
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Verdades a medias. Eso tenemos hoy sobre el mercado laboral y no porque los datos trimestrales del Instituto Nacional de Estadísticas, INE, sean falsos. No. De hecho, se consideran un referente en América Latina. El problema es otro: son incompletos y lo que no dicen marca tal diferencia que de considerarse, pueden llegar a doblar la tasa de desempleo, hoy oficialmente en un promedio nacional de 6,8% (trimestre marzo-mayo).
En Santiago marca 7,3%. En la Región del Bío Bío, 7,2%.
¿Ha trabajado una hora en la semana anterior y recibió o recibirá por ello remuneración o especies? Palabras más, palabras menos, es lo que pregunta la encuesta renovada en 2010. Antes, planteaba algo parecido pero debió estandarizarse para cumplir un requisito de la OCDE y quedar en condiciones de compararse con los socios.
La llaman "Nueva Encuesta Nacional de Empleo", NENE, aunque lleva ya seis años aplicándose, con un costo que bordea los $1.700 millones por año.
La NENE se trabajó larga y concienzudamente. Por años. Del resultado técnico nadie duda. Del resultado palpable, varios.
Lo de ‘verdad a medias’ no es algo antojadizo. Ni debería sorprender… Si estuviésemos enterados de cómo funciona esto. Vamos por parte: la pregunta clave del sondeo es de la Organización Internacional del Trabajo, OIT. Fue propuesta en 1982 y ratificada en 2013, en la 19ª. Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo. Permite estimar los ocupados, desocupados y la fuerza de trabajo. Todo esto, a lo grueso. Por lo mismo, la OCDE recomendó a Chile agregar "datos complementarios", que incluyan cifras sobre subocupación, personas "desalentadas", ingresos, horas trabajadas, empleados con contrato escrito, con contrato "de palabra", entre otros.
Bueno, si consideramos todo eso, ¡tenemos otro Chile!
Sinceramientos
Un ejemplo palpable hoy en Los Lagos: el desempleo, según último informe INE, es de 3,3%. ¿Mejor que mejor? (los expertos consideran "pleno empleo" cuando se bordea un 6%).
El diputado DC por la zona y presidente de la Comisión de Trabajo de la Cámara Baja, Patricio Vallespín, sincera la cosa. "Todavía tenemos un retraso en la expresión en el índice de los despidos en la industria del salmón; aún no se refleja el impacto. Pero también pasa algo interesante en la región: el turismo está dejando de ser estacional y genera empleo" (como ejemplo cuenta que hace poco se hizo ahí el encuentro del TPP). Luego agrega:
"Por otra parte, se está construyendo capacidad de auto empleo, la gente empieza a prestar servicios, emprenden actividades comerciales y esa dinámica también explica que el desempleo se mantenga bajo. El punto es si ese trabajo genera los ingresos que una familia necesita para ser sustentable. Le pediría a las autoridades que indaguen, porque si los da, perfecto; si no, estamos frente a un subempleo que no genera desarrollo social" (ver nota aparte).
Queda claro.
Para hacerse una idea más general -siempre sobre cifras oficiales-, resulta que "más del 60% de los trabajos creados en los últimos seis años corresponde a empleo subcontratado o por cuenta propia de personas con muy baja calificación. Eso debiese invitarnos a un debate profundo", sostiene Gonzalo Durán, economista UC, de la Fundación Sol.
Juan Bravo, del Centro Latinoamericano de Políticas Sociales y Económicas, Clapes UC, da otra cruda pincelada a nuestro mercado laboral, cuando pasa lista a los chilenos marginados del Código del Trabajo y de la negociación colectiva, asunto que ha copado buena parte del debate de la reforma laboral:
"Existen 740 mil empleados sin contrato, aunque tienen jefe, reciben órdenes y cumplen horario. A ellos se suma 1.7 millones por cuenta propia, más los que están en un trabajo familiar no remunerado y los que laboran de manera independiente. En total, unos 3 millones de personas de un total de 8 millones. Y luego, todos quienes están impedidos de negociar colectivamente porque no cumplen con el mínimo de ocho empleados, o sea muchas Pymes". Según sus cuentas, menos de la mitad de los trabajadores puede negociar colectivamente.
Estos tres flash dan una idea del valor de todos esos datos que las autoridades no nos han estado contando, pero que ya algunos académicos e investigadores del mundo privado empiezan a revelar.
Un indicador, un porcentaje, ya no podrá tapar el sol.
¿Mejor no hablar de ciertas cosas?
En el último año, una presión de subsuelo empuja a cambiar las cosas. En reuniones con el INE, los investigadores han hecho fuerza para que la información que tiene la entidad se aproveche mejor y se publique sistemáticamente. Francisco Klapp, del Instituto Libertad y Desarrollo, asegura que esto se potenció por las diferencias entre los datos oficiales y los de Microdatos de la U. de Chile, que mide el desempleo en el Gran Santiago y, generalmente, entrega índices superiores a los del INE (ver nota aparte).
Gracias a la presión, añade Klapp, el instituto está subiendo cada vez más estadísticas a la web, "antes era un poquito cerrado".
Pero una cosa es publicar y otra, agregar inteligencia a los números.
"Nos hemos quedado en un nivel muy general, concentrado en el desempleo, que no resume la realidad", recalca Bravo. Solo mide los casos más extremos de ausencia de trabajo, "pero tenemos un montón de casos en que las personas trabajan y aun así, están muy alejadas del pleno empleo. Un paso importante es que el INE haga las mediciones alternativas y las divulgue".
Durán agrega que en reuniones de la OIT en Ginebra, frente a la situación de otros países, Chile aparece a la vanguardia en cuanto a estadísticas. "Pero el gran déficit es la subutilización de los datos. Tenemos un auto último modelo y las autoridades lo usan como si fuera citroneta".
Y así, casi a ojos cerrados, ¿cómo podrían crearse políticas públicas para anticiparse y solucionar problemas?
Eso, sin contar que también se subutilizan recursos de todos los chilenos.
No hace mucho, la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados hizo dos sesiones con quienes generan información y políticas públicas, o sea INE, Hacienda, Trabajo y U. de Chile, entre otros. Vallespín cuenta que en la jornada de Ximena Clark, directora del INE, "nos dimos cuenta del potencial que tenemos para usar de una manera más analítica y profunda, que permita derivar en políticas. En esto hay poca pericia del aparato estatal y de todos los que estamos en política. Debemos usar con más inteligencia esas estadísticas y con una intencionalidad superior; que Trabajo o autoridades sectoriales puedan pedir cruces y análisis para llegar a algo concreto. Esa línea no existe aún".
Dice que hasta los parlamentarios de oposición quedaron impresionados con lo que se puede construir a partir de la NENE.
Interpretar indicadores del mercado laboral no es sencillo. David Glejberman, asesor regional de la OIT, recalca que se necesita mucha información y bastante formación. "A veces se corre el riesgo de entender erróneamente los números. Por eso la OIT ha recomendado elaborar cuatro indicadores. Uno es la misma tasa de desocupación, a la que se agrega, con igual nivel de importancia, un indicador que toma en cuenta la desocupación más la subocupación; otro que considerada conjuntamente la desocupación con la fuerza de trabajo potencial y, finalmente, un cuarto indicador que considera conjuntamente a los tres niveles de personas: desocupados, subocupados y fuerza de trabajo potencial".
Pero el análisis, añade, tampoco se agota con eso, "hay que mirar lo que ocurre con la distribución de las horas de trabajo y con los ingresos, además de la distribución por situación de ocupación (empleados, empleadores, cuentapropistas, trabajadores familiares) y cómo evolucionan en el mediano y corto plazo".
¿Mucho para el lector común, que no desayuna con gráficos ni curvas?
Probable. Quedémonos con esto:
El INE está trabajando para tener indicadores de informalidad; es algo que pondría en marcha de prueba este segundo semestre. Según el resultado, se aplicaría a partir de enero de 2017 (más detalles no pudimos obtener porque tanto la directora nacional, Ximena Clark, como la directora regional, Margot Inzunza, tienen agenda ultra copada, lo que no les permitió concederle 10 minutos a Diario Concepción).
Mientras aparece información oficial complementaria, entidades privadas adelantan el trabajo y –siempre basándose en números INE- constatan realidades que, de seguro, ni éste ni cualquier gobierno de turno querría divulgar.
Cuentas claras
Para conocer la realidad, lo primero es mirar el subempleo. Existen dos tipos. Unos son los que laboran menos de 30 horas a la semana, pudiendo y queriendo hacerlo por más tiempo. Los otros son quienes tienen preparación y estudios por sobre lo que requiere el trabajo que hacen. Al primero se le identifica como "subempleo por horario". Al otro,"subempleo por competencia".
Según cálculos de Clapes UC, sumados superan 1,4 millones de personas. Lo que explica, en parte, que el desempleo oficial no se haya disparado, producto de la desaceleración económica.
Entonces, asegura Bravo, "si además del desempleo consideramos esos dos tipos de subempleo, la tasa de subutilización de la fuerza laboral en el trimestre marzo-mayo llega a 15,8%".
Por otra parte, la metodología de la Fundación Sol indica que al de desempleo hay que sumar los subempleados por horario y -siguiendo recomendaciones internacionales- también los "desalentados", conocidos como "desempleo oculto". En esa categoría se enrolan 90 mil chilenos que están en sus casas y ya no buscan trabajo, no porque no quieran, sino porque no encontraron oportunidad. Son los que tiraron la esponja.
"No se trata de considerar al subempleado como desocupado, pero sí como medio puesto, porque él quisiera trabajar más horas", explica Durán.
Así, sumando los dos grupos, la tasa de desempleo promedio nacional suma 11,3%.
Punto importante también resulta el empleo por cuenta propia.
Aunque Klapp desdramatiza un tanto que se trate de algo precario ("Puedes encontrar ahí profesionales, abogados, arquitectos, que eligen trabajar de manera independiente"), la realidad indica otra cosa. "Al autoemplearse, el ingreso medio del trabajador por cuenta propia es la mitad del asalariado, o sea muy bajo, y así casi nadie cotiza. Todo esto genera más vulnerabilidad. Son personas que tienden a pasar más en la calle. En Santiago estamos llenos de carros que venden jugos, sándwiches; de gente que toca música en el Metro", sostiene Bravo.
En los últimos seis años, ésa es la mayor parte de los "puestos de trabajo" creados.
O sea, la gente no está quedando "desocupada", en términos del INE, pero salva con lo que puede. "Un error persistente de las autoridades es decir que, como la tasa ha estado floja, la desaceleración no ha golpeado", redondea el economista de Clapes UC.
Según la Fundación Sol, en regiones, especialmente en el sur, se da mucho la ocupación de pocas horas, de momentos al día, entre gente que puede y quiere laborar más. En la Araucanía y el Bío Bío, el 70% de los trabajadores gana menos de $350 mil, afirma Durán.
El subempleo significa un sueldo harto menor, como evidencia la última encuesta de ingresos promedio del INE:
Asalariado del sistema público, $702.861.
Asalariado del sistema privado, $488.787
Por cuenta propia, $272.061.
Existiendo tantos datos, ¿por qué seguimos apernados al indicador de desempleo promedio? En Estados Unidos existen 6 indicadores. En Canadá, 7.
Acá, la única información complementaria que podemos conocer es la que investigadores privados comienzan a desclasificar. "El INE siempre ha entendido que su trabajo es generar estadísticas, no analizarlas, ni hilar fino. Eso, piensan, corresponde a los gobiernos", aventura Durán.
Difícil que lo hagan, a menos que tengan buenas nuevas. Algo que no se ha visto en los últimos cuatro trimestres.