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Riquelme y Macera: El placer de ser penquista a través de los sentidos

No es un restaurant. Es un evento, en donde un gran chef y un sommelier reconocido internacionalmente muestran lo mejor de nuestra zona.

Por: Diario Concepción 01 de Julio 2016
Fotografía: imagenPrincipal-4982.jpg

No es un restaurant. Es un evento, en donde un gran chef y un sommelier reconocido internacionalmente muestran lo mejor de nuestra zona.

Por: Mario Riveros M.

El Chef Felipe Macera (35) y el sommelier Héctor Riquelme (41) tienen, al menos, dos cosas en común: la región del Bío Bío y el mundo. Hay también una tercera: su deseo de mostrarle al mundo el lugar en que nacieron y en la que eligieron vivir.

En esa senda, han tenido dos carreras parecidas pero distintas. El chef estudió acá, se fue a recorrer el mundo y, con experiencia bajo el brazo, volvió a enseñar y a crear en Concepción. Riquelme, hombre de vino, partió estudiando leyes hasta que se dio cuenta que lo suyo estaba fuera; se cambió de carrera, se fue a Santiago, ganó concursos y empezó a viajar, primero para aprender y ahora para conocer y calificar: su oficina está en el mundo, pero su domicilio en el centro de Concepción.

Es que Héctor Riquelme no se achica ante nadie: sin pecar de optimistas, este penquista es uno de los mejores en su especialidad en el mundo, al punto que hace unos días estuvo en un panel de Decanter -una de las mejores revistas especializadas del planeta- para escoger a algunos de los mejores caldos del orbe. Allí, seis chilenos, entre ellos tres del Itata, fueron destacados.

Otra cosa en común está la universidad: no estudiaron juntos pero Riquelme fue profesor de Macera y ahora, que Macera es también profesor, se juntaron para, cada vez que pueden, armar juntos una comida que mezcla cocina y vinos pero, por sobre todo, al Bío Bío.

Esto en el marco de Two Chefs, un emprendimiento ideado por Macera con un socio que emigró a Santiago y que el docente de Inacap continuó a solas con invitados. Riquelme, que ya está de vuelta en la ciudad se transformó en un estable, e imperdible en estas experiencias sensoriales.

Es que, más que cocina, dice Macera, “este es un taller”, un hogar, en donde se experimenta y se vive una experiencia como hay pocas en esta ciudad. Ocho tiempos, dos postres, maridado con los mejores vinos de la zona.

Nada mal para ser un taller donde se hacen clases y donde se cocina y se come como amigos, entre varios, con gente que ha quedado de pie por falta de lugar y donde además hay invitados, como Luis Endia Bilbao, quien fuera profesor de Macera y Riquelme. Aquí, hay una cofradía.

Sin caer en la siutiquería de “revivir ingredientes”, “cocina ancestral”, u otras calificaciones para el simple, pero complejo acto de comer y tomar rico, su foco está en el Bío Bío: mientras Macera sirve changle, trébol de mar, jurel, ulte o copihue escabeche, Riquelme marida con un pichuncho (un cóctel a base de vermouth y pisco), un pipeño Aupa o Cacique Maravilla, un país Rivera del Notro o un chardonnay Pandolfi Price los Patricios. Lo mejor de nuestra zona.

 

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