Una política exterior debe ser dúctil y capaz de adaptarse a un mundo que cambia a pasos agigantados. En consecuencia, no hay que pensar en base a escenarios pasados, sino que debemos actuar en una autonomía adaptable que tenga en mente la realidad imperante, y vea a nuestras ventajas comparativas y intereses como activos a desarrollar.
Por el bien de países en vías de desarrollo o fallidos, el multilateralismo y la cooperación internacional en este y otros temas es absolutamente necesario. En un escenario de caos o anarquía internacional, los poderosos tienen todas las de ganar.
Un año en la agenda debió estar marcada por el posible acuerdo de paz en Corea y las consecuencias del retiro de Estados Unidos del Acuerdo Nuclear iraní, tuvo su principal foco en el cuestionamiento al multilateralismo.