
Los bioensayos de ingestión realizados evidencian la presencia del contaminante en todos los segmentos de su intestino, lo que sugiere que no son capaces de distinguir un alimento de un microplástico.
Este contaminante emergente también genera impactos a nivel de suelo, con alteraciones en sus propiedades químicas, disponibilidad de nutrientes y actividad microbiológica.
Todos los experimentos usan concentraciones muy altas del material e inexistentes en el ambiente. El grupo trabajó con una especie de cangrejo endémico que se expuso a niveles menores del contaminante, que se han hallado y de manera crónica: ahí está el verdadero peligro.