
Si algo nos enseñó la revuelta social de 2019, es que crecientes sectores de la sociedad chilena ya no aceptan que las instituciones tomen decisiones a puertas cerradas, sin contemplar las propuestas de las comunidades.
La política de vivienda social ha creado barrios fuertemente segregados, que reflejan una vez más la dualidad y desigualdad estructural de nuestro país.
Conos de sombra y aglomeraciones en ascensores serían algunas de las desventajas dijeron arquitectos y urbanistas, muy similar al presente en la comuna de Estación Central.