
Amerigo había aprendido que los cambios en política se producen por caminos largos y complicados, y que no era cosa de esperárselos de un día para otro, por un giro de la fortuna.
Parafraseando al científico italiano Carlo Rovelli: “La muerte siempre gana al final, porque somos mortales”.
El miedo bien razonado puede cumplir la función pedagógica de hacernos entender de una vez por todas que no somos el origen del mundo ni tampoco su fin último.