
La deuda pública no es, en sí misma, un problema. Es una herramienta que, utilizada de manera responsable, puede impulsar el desarrollo.
La principal consecuencia estaría vinculada a una mayor estrechez de la billetera fiscal que puede impactar el otorgamiento de beneficios sociales. Esto en un contexto de inflación e incertidumbre producto de la evolución de la pandemia.