
Es Deadpool 2 otra vez, pero dado que su estructura cambia, es una película diferente. Aun así, es del todo innecesaria.
La secuela del taquillazo de 2016 tiene de director a David Leitch (Atómica), quien la inviste de un efectivo equilibrio entre CGI y coreografías de dobles, entre la sangre y las carcajadas.