
Arturo Prat nos enseñó que, aunque la contienda sea desigual, nunca hay que arriar el pabellón. Ese es el mejor homenaje que le podemos dar.
A grandes dificultades, como las que hoy enfrentamos, debemos oponer disciplina, solidaridad y confianza en quienes cumplen con la abnegada tarea de velar por nuestra salud, de cuidarnos.