
Por recomendación de la Organización Mundial de la Salud, el ser humano no debería exponerse a sonidos que sean superiores a 140 decibeles de presión sonora en adultos y 120 dB en la niñez. Los fuegos artificiales pueden generar hasta 190 dB.
El trabajo es liderado por la académica Pamela Guevara, también investigadora del centro AC3E, y se basa en el análisis de resonancias magnéticas, lo que permite identificar patrones en la conectividad cerebral que caractericen a afecciones psiquiátricas o neurológicas para crear un método de detección automatizada.