La figura del intendente será reemplazada por un “monstruo de dos cabezas”, como han dicho sus críticos. Gobernador y delegado tendrán el desafío de aprender a convivir y evitar caer en una pugna de ego y poder.
Que cada región elija a su gobernador y que exista autonomía para decidir inversiones y proyectos acorde a prioridades, ha sido una batalla perdida en 200 años de vida republicana. Ahora, en la puerta del horno, con ley aprobada y calendario establecido, bajo tierra se fragua un plan. Autoridades se aferran al poder centralizado y los políticos, al caciquismo, todos cuidando un discurso político lo más correcto posible.