
Parafraseando al científico italiano Carlo Rovelli: “La muerte siempre gana al final, porque somos mortales”.
Se requiere de mayor atención a la Convención de los Derechos del Niño, ya que a partir de este tratado, ya no pueden ser considerados como propiedad de sus padres u otros adultos, ni beneficiarios indefensos de una obra de caridad; son seres humanos y los titulares de sus propios derechos.