Porque en esta prisión se hace lo que Einstein dice: la materia se transforma en energía (E=mc2).
Es una oportunidad para enseñar a nuestros niños a identificar la diferencia entre hambre y ganas de comer.
Confunden la dignidad del prójimo y la solidaridad con la concesión de ropa usada, pagando por pomposas cenas benéficas para compartir con algún personaje de moda.