Los estragos que ha producido la pandemia de la Covid-19 nos han hecho recordar nuestra fragilidad como especie sobre “ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido” como diría Carl Sagan.
A pesar de lo señalado, no han existido medidas de la autoridad sanitaria que favorezcan a este grupo de pacientes, que permitan por ejemplo su acceso preferente a hoteles sanitarios para cuarentenas, traslados con mejores medidas de distanciamiento social disponiendo más furgones para llevar menos pacientes, pesquisa dirigida de la infección en las unidades de hemodiálisis, tanto de pacientes como de personal sanitario. Todavía estamos en deuda.
¿Quién hubiese imaginado que, el 2003, cuando Skype nacía al mundo, las plataformas de videollamadas se pondrían en el centro de nuestra cotidianidad? Hoy Meet, Jitsi, Zoom, y una amplia variedad de plataformas para comunicación video remota, nos permiten estar mejor conectados, y en el caso de la academia, dictar clases online.
Se persigue equilibrar el imperativo técnico con el imperativo moral, para alcanzar un mayor bienestar que cubra la mayor cantidad de seres humanos.