No es filosofía elemental, o un ejercicio ocioso, es una meta a la cual podemos acercarnos siempre y cuando estos valores sean sentidos como indeclinablemente indispensables para hacer una patria mejor.
La libertad y la independencia no son entidades estáticas, de aquellas que se consiguen y permanecen sin otro esfuerzo, ambas pueden desaparecer inadvertidamente si los actores que las han hecho posibles desaparecen y si sus sucesores se restan al permanente esfuerzo de defenderlas e incrementarlas.
Este fenómeno afecta la manera como se debe educar a las nuevas generaciones, no solo en contenidos, sino en actitudes y competencias para enfrentar con éxito los desafíos de un mundo hiperconectado que cambia a velocidades nunca antes vistas.