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Algo debe haber de inconveniente en los tiempos que corren cuando parece obsoleto o incluso retrógrado aludir a las buenas costumbres, de alguna manera parece reflejar una cierta ineptitud ser respetuoso y prudente, fuera del contexto de celeridad y olímpica indiferencia a las consecuencias inmediatas, se supone adivinadas y adecuadamente controladas por mentes preclaras inmunes al error.
La evaluación de los profesores es indispensable si se quiere avanzar hacia la calidad, en este crítico ámbito de la educación y en cualquier otro. Negarla, desvalorizar los instrumentos, quebrar los termómetros, son solo maniobras inútiles, intentos inválidos de negarse a la realidad que de un modo u otro termina por hacerse evidente.
La disminución notoria de la matrícula municipal, que en ocasiones es cercana al 50%, o incluso más, no corresponde a maniobras de naturaleza política o a procesos inducidos de socavamiento, sino a la búsqueda de calidad, de excelencia.
Los interesados llevan mucho tiempo justamente convencidos que hay palabras tan viejas, que su origen se pierde en el tiempo, nacidas en una lengua muerta y recogida por otra que también ha desaparecido y que la ha dejado de herencia la que sigue.
Es lamentable tener que retroceder más de dos mil años en búsqueda de evidencia de base, ya que en esencia ésta se encuentra en las ideas de Sócrates, quien personifica uno de los momentos críticos fundamentales del espíritu, que vuelve sobre sí mismo, bajo la forma del pensamiento filosófico.