En nuestra realidad, se percibe falta de control de la delincuencia, los planes para disminuirla, los recursos técnicos existentes no parecen tener impacto importante en la sociedad, y se impone la percepción de que si se arresta a los delincuentes, estos son prontamente puestos en libertad.
El progreso ha cambiado la cara de la ciudad, hasta estar casi desconocida para sus vecinos antiguos que de pronto ya no están seguros de sus caminos para entrar y salir, perdidos en tréboles y autopistas con pocos indicios.
La mayor tabacalera del mundo, Philip Morris, anuncia el fin de la venta de cigarrillos. La marca más famosa de su portafolio: Marlboro (la del emblemático cowboy fumador), no soportó la evidencia científica sobre los perjuicios del tabaco que caía con contundencia sobre esta industria.
Se hace necesario incentivar y apoyar con fuerza la desfalleciente industria local, sin perjuicio de perfeccionar lo que ahora nos mantiene, a lo menos, vigentes.
No es la intención de este columnista abusar del lector con relatos testimoniales, pero tal vez la ocasión de un feriado religioso como el de hoy, sea propicia para ello. Perdónenos el lector esta licencia.