Cuidar un espacio de tanto potencial no es ciertamente la responsabilidad de un solo actor, pero es el municipio el que tiene que trazar las coordenadas y supervisar que cada parte cumpla su parte de la tarea, que de la partida debe estar suficientemente descrita, sin espacio para desprolijidades.
Sin consideraciones más sesudas, todo lo que logramos saber se podría definir como nuestro equipaje académico, de tal modo que cada uno tiene un conjunto de verdades en lo que le es propio, en profesión u oficio, más y otro puñado de verdades universales, que forman el andamio para lo que nos toca construir en este mundo cruel.
No hay prueba que compense ese factor indispensable; los aprendizajes necesarios para emprender con éxito estudios superiores. Si se quiere mejorar los resultados, hay que cambiar los procesos y los elementos relacionados con el rendimiento escolar y no los instrumentos que lo miden.
Los tiempos no están para los niños buenos, las joyas de la casa, el orgullo de sus madres, los actores protagónicos de todas las narrativas maravilladas de sus progenitores a quienes se pongan a su alcance.
Para el ciudadano común, incluso el que vive y transita en su cercanía, es difícil de comprender el tamaño y la profundidad de sus emprendimientos, más allá de su tarea esencial de preparar los mejores profesionales, en sus carreras de pregrado, o las cifras que demuestran el impacto de sus programas de postrado. Se trata de su compromiso con el desarrollo de la Región y el país.