La clase media chilena no es la clase media de países del primer mundo; si bien es cierto, cuenta con ingresos que le permiten cubrir las necesidades básicas, y, bajo el sino del endeudamiento, no dispone de la holgura necesaria para enfrentar factores propios del ascenso social. Por el contrario, las amenazas de caer en la pobreza están siempre latentes.
Convenientemente alejados de octubre y del día de la raza, se puede examinar, con la debida mesura, la vieja polémica sobre el genocidio de los indios en América, a partir del descubrimiento inadvertido de este continente.
Está pendiente la llamada "Ley Santiago" que propone pena de cárcel que va desde los 2 a 5 años en los casos de maltrato a niños, la que aumentaría de 5 a 8 años en caso de existir una relación de confianza entre el maltratador y su víctima.
Es posible que la invulnerabilidad y blindaje de algunos funcionarios públicos, presentes a pesar de desprolijidades, malas prácticas, errores de elevado costo para el erario nacional, expliquen por qué, para los chilenos, la percepción de la democracia como la mejor forma de gobierno haya sufrido una disminución ostensible.