A través de un esfuerzo internacional sin precedentes, es posible que el mundo tenga una solución efectiva en una fracción del tiempo que suele tomar el desarrollo de una vacuna.
El Comercio tradicional debe subirse al carro de las innovaciones. De lo contrario, seguiremos viendo las cortinas que bajan en forma definitiva.
Es posible, para un país con menos recursos, contactos y peso político, fabricar mascarillas o protectores faciales. Producir una vacuna, sin embargo, es otra historia.
Los contenidos engañosos confunden, inducen al error y se propagan en forma exponencial. La regla para vacunarse contra la información falsa sigue siendo la misma: revisar quién es el transmisor e identificar la fuente original de la información.
Es posible que la población de mayor riesgo de contagio, entre los 20 y los 49 años, esté exponiéndose al virus en proporción superior a otros rangos de edad.