Se lamenta la pérdida de más de dos decenas de vidas y son miles las familias afectadas, cientos de casas destruidas y cosechas perdidas, que esperan de una mano estatal, rápida y eficiente.
Comienza a evidenciarse otra lista de repercusiones. La más notoria, hasta ahora, es la de carácter agrícola, pues una de las cosas que ha caracterizado a esta tragedia es la afectación de hectáreas de cosechas.
Una situación que claramente trata de una suma de factores que juegan en contra de la estabilidad y bienestar de las comunidades y el medio ambiente.
Es necesario que todo este plan se materialice, ya que la emergencia habitacional y la recuperación de los ocupados son vitales para la normalidad en un territorio.
El llamado a la precaución se hace imperante. La ciudadanía debe colaborar en el cuidado del medio como también a mantener un ambiente de calma y cuidado.