José Pérez Arriagada sostiene que la actual capital provincial tiene potencial para liderar una nueva unidad territorial, desprendiéndose del Biobío, tal como ocurrió con Ñuble.
Por Leonardo Carrera Zambrano
José Pérez Arriagada (Radical), recientemente electo como nuevo alcalde de Los Ángeles, barajó la posibilidad de que la Provincia del Biobío se convierta en una nueva región con capital en dicha comuna.
La nueva autoridad asegura que Los Ángeles cuenta con todas las necesidades básicas para servir como capital regional, argumentando que es “una ciudad que da más trabajo, tiene más empresas y más futuro; sin desmerecer a las otras”.
“Creo que nosotros tenemos condiciones de sobra para exigir que seamos región”, expresó Pérez a Radio Mía.
Lo anterior no es una novedad para la Región del Biobío, entendiendo que ya cuenta con un caso concreto y que fue la separación de la entonces Provincia de Ñuble, con capital en Chillán, durante 2018, lo cual generó una serie de reacciones y opiniones divididas a lo largo de la discusión que culminó con la nueva división territorial, así como también observaciones de la comunidad académica.
La idea presentada por Pérez Arriagada suma, desde ya, tanto apoyo como detractores.
Desde el consejo regional, Roberts Córdova, representante de la provincia del Biobío, apoyó la iniciativa presentada por el recién electo alcalde, y comentó que “me parece fantástica las declaraciones, ya que debido a la descentralización y la equidad de los recursos, así podremos tomar nuestras propias decisiones para invertir en lo que es mejor los recursos, tanto en conectividad vial, como agua potable rural, electrificación, educación, salud y tantas otras iniciativas y deporte”.
Sin embargo, la idea no suma partidarios dentro del congreso. Tal es el caso de la diputada del distrito 21 (zona angelina), Joanna Perez, quien manifestó que, para ella, la solución más viable no pasa por dividir nuevamente a la Región del Biobío.
“Yo creo que Los Ángeles requiere trabajo para potenciarlo, reactivarlo y generar empleo, y para eso vamos a estar disponibles. Pero el tema de una región tiene que estar con anuencia de un gobierno, como se hizo con la región de Ñuble”, sostuvo la parlamentaria de Demócratas.
Del mismo modo, descartó cualquier apoyo desde la administración central. “No hay ningún gobierno hoy día que esté planteando crear más regiones, porque es un mayor gasto público e institucional. La verdad no creo que tenga ningún sustento político, al menos en este gobierno”.
A sus palabras se sumó la parlamentaria Flor Weisse (UDI), quien desestimó la idea argumentando que la importancia de Los Ángeles no pasa por ser o no capital regional. “Lo que hay que hacer es eficientar el uso de los recursos y decisiones con mirada descentralizada desde la actual región, y para eso las autoridades comunales son importantes a la hora de representar esa demanda frente a las instancias del ejecutivo, como en la autoridad regional”, sostuvo la también parlamentaria por el distrito 21.
La discusión que generó la proposición del alcalde electo de Los Ángeles no es algo nuevo para el debate público. Anterior a la división de Ñuble, existió la discusión que dió lugar a las creaciones de las regiones de Los Ríos y Arica y Parinacota. No solo esto, sino que sigue latente otras propuesta de divisiones territoriales, como lo es la provincia de Aconcagua en la región de Valparaíso.
Ante esto, el doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Concepción, Claudio Parés, explica que para que una nueva división territorial tenga sustento debe existir diferencias claras y tangibles entre sí.
“La creación de regiones tiene sentido en la medida que las autoridades políticas que asuman el mando de la región sean capaces de adaptar las políticas nacionales a la realidad de la región recién creada y lo hagan con más y mejores recursos. El problema es que esa nueva autoridad viene acompañada de todo un aparato burocrático que suele tener costos adicionales para la sociedad”, enfatizó el académico.
Tal y como explica, una nueva división administrativa, si bien ayuda a descentralizar las decisiones y las llevan directamente a la realidad local, estas van acompañadas de un enorme gasto fiscal y un aumento de la burocracia para tomar soluciones conjuntas. “No hay ganancias, y solo se genera redistribución de una pequeña parte de los recursos fiscales, es decir, lo que pueda gastarse en la nueva región se deja de gastar en las demás”, sostuvo el académico.
“Si se profundizara en dar más autonomía a las regiones, necesitaríamos nuevos tipos de control fiscal y crearíamos más competencia entre las regiones, lo que suele terminar en decisiones que apuntan más a la competencia que a la cooperación, por lo que, dada nuestra idiosincrasia, aparece como una mala idea”, finalizó Parés.