En la década de los 90’ estuvo a la cabeza de Enacar y con ello de todo el proceso de cierre de la empresa lotina. Bajo su experiencia, advierte que no existen similitudes en cuanto al origen de cada conflicto, pero sí en las posibles consecuencias.
El exministro de Agricultura del Gobierno de Salvador Allende, de Energía (1990) y Economía (1993-1994) durante el Gobierno de Patricio Aylwin, de Obras Públicas (1998-2000) bajo el mandato de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y diputado por el Distrito 20 por el período 2018-2022, Jaime Tohá, fue uno de los personajes políticos nacionales clave en lo que fue el proceso de cierre de la Empresa Nacional del Carbón (Enacar) de Lota cuando finalizaba el siglo XX.
Fue entre 1997 y 1998 que le tocó presidir a la estatal a la que por las variaciones del mercado, por la competitividad internacional, riesgo humano de los trabajadores y por el giro del uso de combustibles, que se comenzó a dar en el plano mundial a pasos del siglo XXI, se le dio fin.
Hoy, alejado de la política contingente, Tohá no es indiferente ante la crisis que atraviesa la empresa siderúrgica de Huachipato. Haciendo un paralelo en la justa medida de lo que significó el proceso de cierre de Enacar y lo que hoy vive la usina chorera -ya que una era empresa estatal y la otra corresponde a un privado-, el histórico socialista da su mirada respecto a qué podría hacer el Estado, cuáles serían los efectos para los trabajadores y hacia dónde debe apuntar la estrategia de desarrollo nacional en torno al acero.
-¿Qué le parece el cierre de Huachipato y cuál cree que sería su impacto en el Biobío?
-Es una muy mala noticia para la Región, pero esto es un tema que se viene arrastrando ya por mucho tiempo.Me tocó convivir con ello. En mi época de diputado intervine frente a la Fiscalía Económica para que se estudiara la posibilidad de que hubiera un dumping chino. Ahí se consiguieron unas salvaguardias que permitieron que la empresa siguiera funcionando por un tiempo.
Yo creo que este tema es erróneo circunscribirlo a Huachipato. Yo creo que aquí estamos frente a un problema mucho mayor, porque esto es parte de una situación mucho más general que tiene que ver con la controversia de hasta qué punto empresas chinas, subsidiadas por el Estado, están llegando a distintos mercados, no solo a Chile; este un problema que afecta a Estados Unidos, por ejemplo.
Entonces, frente a eso, tiene que haber una respuesta del Estado en términos de qué posición se va a tomar teniendo en cuenta todas las secuelas que esto pueda tener. Entonces yo creo que está muy bien que los trabajadores defiendan su fuente de trabajo, que la comunidad defienda a una empresa tan emblemática como esta. Pero al hacer claridad, es un tema mucho más complejo que éste.
Ahora con Enacar no tiene ninguna similitud, desde ningún punto de vista.
-¿Por qué no tiene similitud? ¿Por qué Enacar era estatal?
-Eso no es lo principal. En el caso de Enacar, ahí costaba 200 dólares producir una tonelada de carbón y el carbón importado costaba 40 dólares. Para que vea la magnitud que esto tenía.
En segundo lugar, todos los estudios internacionales que se hicieron demostraron que Enacar no tenía absolutamente ninguna factibilidad técnica, desde el punto de vista que la geología del lugar hacía imposible avanzar de una forma mecanizada para abaratar costos.
Y en tercer lugar se trataba de producir carbón, que ya en ese tiempo se veía que era un combustible del cual había que prescindir en lo posible. El acero significa futuro, el carbón significaba rezago, contaminación, accidente en las minas, de manera que son dos situaciones que, claro, yo entiendo que periodísticamente sea correcto hacer una similitud en cuanto a las consecuencias que tuvo, pero no en cuanto al origen de uno y otro problema.
-A propósito ¿Cree que las consecuencias del cierre de Huachipato van a tener los mismos efectos, por ejemplo, en Talcahuano y Hualpén?
-Si uno se va un poco a la lectura de cómo fue el cierre (de Enacar)… Primero el cierre se hizo con completo acuerdo de los trabajadores representados por sus sindicatos, que en una asamblea en el Teatro de Lota acordaron aceptar el cierre e iniciar un proceso de negociación con el Gobierno (de Eduardo Frei) con el 70% de los votos a favor.
En segundo lugar, esa negociación significó beneficios que nunca antes, ni desde ese entonces, se han vuelto a ver en Chile. Los beneficios que hubo para salvaguardar por tiempos bastante prolongados, dependiendo de la antigüedad de cada trabajador, fueron asegurar una vivienda, asegurar atención de salud de por vida y, en seguida, asegurar la educación de los hijos desde que estaban en el vientre materno hasta que terminaran la universidad.
Entonces, claro, eso se hizo porque era una empresa del Estado. En una empresa privada, obviamente no se puede hacer una cosa de ese tipo, y las respuestas tienen que ser fundamentalmente, en una primera etapa, con medidas de mitigación (…).
-Y haciendo una proyección, no una comparación ¿Cree que Talcahuano, principalmente, se verá muy afectado si es que hay un cierre definitivo?
-Sin duda para Talcahuano es un golpe muy duro, y ahí sí que el Estado puede hacer una intervención a través de un programa de inversión robusto en todos los ámbitos: de obras públicas, de vivienda, del desarrollo portuario, del desarrollo de las caletas pesqueras.
Ahora eso no quiere decir que yo esté en contra de que en el corto plazo se puedan estudiar medidas que lleven a que las familias afectadas puedan tener una sobrevivencia digna.
Fíjese usted que en el caso de Lota (con Enacar), con todo el drama que eso significó, fue por el cierre de Lota que apareció el Puerto de Coronel que creó muchos más empleos que los que se perdieron en Lota.
-Usted que participó en un proceso que fue muy complejo ¿Cuál sería para usted, si es que se genera este cierre de Huachipato, el plan a seguir?
-Mire, no corresponde que yo esté dando directrices de qué es lo que hay que hacer, pero, en lo global, yo le diría que el Estado primero tiene que verificar si realmente existe un dumping por parte de China; y si se llega a la conclusión de que sí existe, tiene que tomar medidas como lo hacen todos los países (…).
Por otro lugar, en la perspectiva como yo le decía de un plan de desarrollo robusto, de inversión pública, que, en muchos casos en el pasado en tiempos de crisis, cuando yo era ministro de Obras Públicas, por ejemplo, en el Gobierno de Eduardo Frei, la crisis económica se materializó a través de la realización de proyectos de inversión. Por ejemplo, el Bypass del ingreso a Coronel se hizo a propósito de eso; la segunda vía de acceso a Tomé, se hizo a propósito de esa crisis.
-También se ha planteado la idea de que el Estado compre un 51% de Huachipato ¿Cómo lo ve?
-Mire, soluciones como esas se han materializado en la cuna del capitalismo en Estados Unidos cuando determinados sectores fabriles han entrado en crisis, el Estado ha intervenido y ha invertido. Pero yo creo que la situación actual de Chile, política y económica, hacen muy poco factible esto. O sea, yo no quisiera ver 10 años discutiendo en el Parlamento una iniciativa legal que permitiera que el Estado hiciera algo así.