Más allá de las posturas a favor y contra, es un hecho que la nueva Constitución traerá cambios importantes para la ciudadanía y, en ese contexto, la clase política no está ajena. Así se desprende, con la creación, no solo de la Cámara de las Regiones, sino también con la Asamblea Regional.

Y, de imponerse el Apruebo, los cambios se empezarán a ejecutar pronto, específicamente, en marzo de 2026. En ese sentido, el cronograma electoral traerá novedades. De hecho, la primera elección se deberá realizar a fines de 2025, y en ese oportunidad se elegirá a los primeros representantes de la Cámara de las Regiones (hasta ahora tres por cada territorio) y del Congreso de Diputados y Diputadas (con representación popular).

Se proyecta que durante 2029 se efectúe la primera elección de representantes territoriales que incluye, no solo a los gobernadores y futuros integrantes de la Asamblea Regional (como se llamará el actual Consejo Regional, Core), sino también quienes sean parte de la Cámara de las Regiones.

En otras palabras, el primer periodo de la instancia que reemplazará al Senado se prolongará por solo tres años. Lo anterior, se sustenta en el trabajo que los representantes de las Cámaras de las Regiones y la Asamblea Regional realizarán en conjunto. En efecto, los primeros tendrán que rendir cuenta al trabajo realizado. “También van a tener la posibilidad de presentar proyectos de ley regionales ante el Poder Legislativo, a través de la Cámara de las Regiones, entonces se va a generar una dinámica de deliberación política, donde aquello que las regiones representan va a poder estar presente en la discusión nacional en igual de condiciones”, explicó el convencional, Jaime Bassa.

Un hecho no menor, se relaciona con quienes podrán postular, considerando la ley que limita la reelección de las autoridades. En los primeros procesos, es decir, los de 2025 en el caso del nuevo Congreso, y el de 2029, en la caso de la Asamblea, “los contadores partirán de cero”, explicó Bassa.

Pero, claro, en medio de este escenario surgen algunas preguntas, que de seguro pondrán a prueba la vocación de servicio público de los representantes electos por votos popular, por ejemplo, ¿qué pasará con quienes no encuentren cupos en los territorios a postular? ¿Estarán dispuestos los actuales senadores a postular a una Cámara que le asegurará, al menos en un primer periodo, solo tres años de trabajo? ¿Será el Congreso de Diputadas y Diputados un escenario más atractivo, considerando que la cantidad de comunas a representar es mucho menor?
Interrogantes que solo el tiempo se encargará de responder.