Analistas locales detallaron que el 13,68% de votantes que eligieron al gobernador regional, Rodrigo Díaz era esperable, además, porque no hay claridad de las funciones que tendrá en Biobío.
Esta vez no hubo largas filas para emitir el voto, como ha ocurrido en la Región desde la vuelta a la Democracia, realidad que se repitió de igual manera en el resto del país.
Ya en octubre de 2020 se podía visualizar este eventual escenario, puesto que votó un 47,8 en el Plebiscito (634.460) y en mayo pasado el 41,2%, es decir, 333.847 del padrón electoral del Biobío que engloba a 1.333.847 personas.
Viendo dichos porcentajes de votación, el 13,68% era esperable comentaron analistas locales, ya que la mayor parte de la gente no entiende las competencias que tendrá el gobernador regional, sobre todo por la figura del delegado presidencial y las funciones que este último cumplirá, sobre todo en lo que respecta al orden público.
“La baja votación fue algo que se veía venir, ya que cuando se eligen nuevos cargos hay mucho desconocimiento por parte de la ciudadanía y un bajo incentivo para participar. El cargo de gobernador regional aún no está claro para los electores, sobre sus funciones e impacto en la Región, lo mismo que ocurrió cuando se eligieron los consejeros regionales, donde hubo una baja participación”, comentó la administradora pública y docente de la Universidad de Concepción (UdeC), Karla Muñoz.
La administradora pública, agregó que “a diferencia del domingo, cuando realizó la elección de convencionales constituyentes generó una alta necesidad de votar, puesto que era histórico el proceso, lo mismo con los alcaldes, por lo tanto, era un incentivo. El bajo porcentaje dado este fin de semana, es un hecho que nos debe preocupar, sobre todo para quienes creemos que los procesos de descentralización tienen carácter de urgente y el descontento social, pasa en gran medida porque hay decisiones importantes que no son tomadas desde los territorios”.
El sociólogo y parte del departamento de Sociología de la UdeC, Rodrigo Ganter indicó que “vimos que en el balotaje de mayo votó el 41,2% de la población, y cayó al 13,68% en esta segunda vuelta, lo que resulta inquietante y puede explicarse por un conjunto de factores, donde tiene un peso importante el voto voluntario, el castigo a la elite política y el contexto sanitario”.
En la baja participación local, también influyó el hecho de que las segundas vueltas restan participación electoral. “La percepción ciudadana de que en esta elección de gobernadores no se jugaba nada tan gravitante, es decir, una elección que se definía en el eje izquierda-derecha, entre los mismos de siempre, cuando en rigor la pulsión de cambio político sustantivo fluye por otros espacios más independientes y ciudadanos”, precisó Ganter.
Asimismo, el doctor en Ciencias Políticas y académico de la Universidad de Concepción, Sergio Toro señaló que “hubo un mal diseño electoral para elegir al gobernador regional , por lo que hacer una segunda vuelta iba a generar esta baja participación ciudadana, porque no entrega mayor legitimidad, por lo que fue dañino, más que un buen mecanismo”.
Al ser dos personas de la vieja política quienes se disputaban el cargo a gobernador , llevó a que los nuevos votantes no se acercaran a las urnas. “En el caso de los convencionales constituyentes y Plebiscito, hubo un recambio en los votantes, salieron los más antiguos e ingresaron nuevos, lo que habla en un cambio en la percepción de la política”, complementó Sergio Toro.
Desde Fundación Participa, su presidente Daniel Ibáñez dijo que “hubo poca visibilidad por parte del Gobierno para esta elección y al no haber difusión del cargo, la gente aún no sabe las funciones del gobernador regional. Se sumó a que en las segundas vueltas los adherentes de los que no siguen no necesariamente vuelven a participar, por lo que es normal la abstención, pero si es más llamativo en Biobío, porque fue muy bajo en comparación a procesos anteriores”.