Política

¿Quién se hace cargo de la crisis social?: razones del descontento más allá de un alza de $30

Analistas coincidieron en que las manifestaciones que partieron en Santiago y se trasladaron a regiones, no es solo un problema coyuntural, es un tema mucho más profundo, relacionado con injusticias que la ciudadanía se cansó de ver pasar.

Por: Ángel Rogel 20 de Octubre 2019
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

“Yo me atrevería a decir que esto se podría replicar en regiones”, decía ayer, en horas de la mañana, el analista y académico de la Universidad Andrés Bello (Unab), Felipe Vergara, al ser consultado por los hechos acaecidos durante los últimos días en Santiago, a propósito de las violentas protestas que siguieron el alza de los pasajes del Metro, y que tiene muy complicada a la administración del Presidente, Sebastián Piñera.

Y, claro, no pasó mucho tiempo desde los dichos de Vergara hasta las primeras escaramuzas en Concepción, particularmente, frente a la Plaza de Tribunales y alrededores. Luego, los incidentes se trasladaron hasta la Plaza de la Independencia y cerca de la Universidad de Concepción.

Pero la capital regional no fue el único caso. En la intercomuna hubo manifestaciones en Coliumo (aunque estas se arrastraban hace semanas, por la falta de respuesta a demandas de pavimentación por parte del municipio) y hubo suspensión de actividades en el Teatro Biobío, algunas líneas del Transporte Público cancelaron su servicio más temprano de lo habitual, el Mall Plaza Trébol también bajo sus cortinas cerca de las 17 horas por precaución, entre otros muchos hechos.

Los incidentes en todo el país motivaron, además, al Presidente Piñera a hablar en cadena nacional. “He escuchado con mucha humildad la voz de mis compatriotas y lo seguiré haciendo, porque así se construye la democracia”, dijo el Jefe de Estado pocos minutos antes de anunciar la suspensión del alza de los pasajes del Metro.

Falta de conexión

Los llamados a manifestarse, a través de cacerolazos en todo Chile, y la respuesta que generó en distintas ciudades dejó en evidencia, que el descontento social era mucho más profundo que el alza en los pasajes del tren urbano metropolitano.

“Esto se arrastra hace tiempo, y tiene que ver con la falta de conexión entre las autoridades del Gobierno y la ciudadanía. De hecho, algunas de ellas han sido hasta ofensivas, por ejemplo, cuando el ministro de Economía (Juan Andrés Fontaine) dice que esta es una oportunidad para que la gente se levante más temprano”, manifestó Vergara.

Según el analista, además de dicha desconexión, hay una serie de hechos que explican lo sucedido, como las “brechas salariales vergonzosas” o las “inmorales sanciones al fraude” en el caso Penta.

“Es cierto, eso no justifica los actos de violencia, pero el descontento es real, es evidente y entendible. Y cómo otros movimientos y manifestaciones han surgido en regiones es probable que se pueda propagar. O sea, porque si Santiago está descontento, hay regiones que están en peores condiciones, salvo algunas del norte, quizás”, adelantaba Vergara.

Paraíso de abusos

En opinión del sociólogo, Manuel Rodríguez, nuestro país “no es el oasis de crecimiento y prosperidad que difunde el gobierno. Es, en cambio, el paraíso de los abusos, la corrupción, la desocupación progresiva y es, sobre todo, la bancarrota ética de las Instituciones”.

Rodríguez agregó que los sucesos acaecidos “son la expresión de la indignación de amplios sectores sociales y la mayor protesta contra las elites políticas y empresariales (…). Esto es una manifestación de rechazo contra las alzas del transporte, por las deudas en educación, por las miserables pensiones, por las carencias en salud, por la corrupción en las Fuerzas Armadas, en Carabineros, por los privilegios irritantes de la clase política, especialmente de los parlamentarios”.

El sociólogo manifestó que la actual administración “debe entender que el algoritmo tecnocrático no puede reemplazar a la buena política y ésta obliga a desarrollar una nueva alternativa que está afuera de las coaliciones tradicionales”.

La académica de la Universidad del Desarrollo, Lesley Briceño, dijo que existe la percepción de que este descontento social podía estallar en cualquier momento. “Hay que recordar lo que ocurrió en lugares como Aysén o Freirina, que debieron haber alertado al Estado de cómo funcionar. Además, mirándolo desde afuera, por ejemplo, desde los países desarrollados, de quienes integran la Ocde, era previsible que en Chile ocurriera algo así”, sostuvo Briceño.

Coincidió con Vergara en que el alza del pasaje del Metro fue lo que detonó las movilizaciones, pues existe un descontento generalizado por muchos temas como “la colusión constante o el tema de las AFP”.

Marketing engañoso

El abogado y académico de la Universidad de Concepción, Andrés Cruz, dijo que era “indudable” que las desigualdades que se producen en el país, son motor de las manifestaciones.

“Cosechas lo que siembras. Sembraste segregación y, actualmente, tienes una población absolutamente desencantada, atendiendo que se jugó con un marketing engañoso, disfrazado de eficiencia que no ha dado resultado, en un país que el 1% más rico concentra el 30% del PIB; con sueldos promedio de $350 mil mensuales; con manifestaciones de corrupción hacia arriba sin ninguna consecuencia, y frases indolentes de la autoridad que, hacen concluir, que están absolutamente desconectados de la realidad”, manifestó el profesional.

Cruz es pesimista. Dijo que quienes actualmente administran el poder, “la elite”, quiera perder poder. “Van a tratar de levantar un relato, un discurso que tiende a explicar esto como actos simplemente violentistas, tomando en consideración que algo de eso hay. Siempre que se dan situaciones de estrés institucional hay quienes se aprovechan para generar actos vandálicos, pero eso no significa que no represente un malestar que no ha sido adecuadamente canalizado por la institucionalidad”.

Daniel Ibáñez, presidente de la Fundación Participa, dijo que las “manifestaciones de esta semana son el resultado de un proceso acumulativo de presión en la que viven sometido millones de chilenos, con bajos sueldos, malas pensiones y deficiencias crónicas en la prestación de servicios asociados a derechos sociales, como salud, educación, transporte y vivienda”.

Agregó “que es indudable que la clase política presenta un nivel profundo de desconexión con la ciudadanía. Por ello, es un desafío para los dirigentes políticos de todos los sectores, del Gobierno y parlamentarios, estar a la altura de lo que los ciudadanos requieren para vivir mejor, sin buscar pequeñas ventajas”.

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