En entrevista exclusiva, la otrora máxima autoridad cuenta las razones de su más difícil decisión: su renuncia al partido en el que estuvo 36 años y a la opción de ser candidato a gobernador regional. Su profunda crítica al funcionamiento de los partidos y su familia, primaron en su decisión.
La noche del pasado miércoles 7 de agosto, el ex intendente del Bío Bío, Rodrigo Díaz, encendió su computador y se dirigió a la página web del Servicio Electoral (Servel).
Tras unos días de vacaciones junto a su familia, tuvo tiempo para reflexionar sobre su futuro, el mismo del cual muchos están pendientes. Como se sabe, su nombre ha sonado con insistencia como eventual carta a la inédita elección de gobernadores regionales, y las encuestas dadas a conocer hasta la fecha, lo mostraban como el mejor posicionado.
Pero esa noche, sin siquiera comentarlo con su familia, había tomado una importante decisión. Renunciaría a la Democracia Cristiana (DC), el partido al cual ingresó en los primeros días de septiembre de 1983. Su idea era sociabilizar el tema con sus cercanos antes de dar ese paso. Sin embargo, esa noche, cuando supo que podía renunciar a su militancia solo haciendo un click, no dudó.
Dos días después, el viernes 9 de agosto, Díaz se reunió en un céntrico café de Concepción con un grupo de sus más leales colaboradores (amigos, en definitiva) y, documento en mano, explicó el porqué de su decisión. Fue minutos antes de conversar en exclusiva con Diario Concepción y ahondar en el que probablemente ha sido uno de los pasos más dolorosos que ha tenido que dar en su vida política.
“Estoy renunciando a un partido en el que he militado casi toda mi vida, y más allá de que estoy tranquilo con la decisión, no es algo que me haga estar alegre. Es el fin de una época”, sostuvo.
-Más allá de su reflexión y todos los argumentos que pudiera tener, no será que también es más fácil hacerle el quite a esto de ser candidato y así, además, se evitan las presiones de amigos y camaradas. Ellos ya no tendrán esa posibilidad.
-Yo estoy renunciando sin plan B. Primero, no le quiero causar ningún agravio a la DC. Alguno podría pensar que esta es una triquiñuela de Díaz para generar una procesión a su casa, o que se juntó con un grupo de amigos para idear un plan malévolo… (sonríe). La verdad es que es una decisión que tomé en mi casa, después de mucho reflexionar en mis vacaciones familiares, sin conversarlo con mi señora. Es una decisión mía, al ver el camino que venía, al no compartirlo. Creo que es bueno sincerarlo. Tampoco quiero ser una carga para nadie. Quiero tener la libertad de seguir trabajando en las causas sociales en las que colaboro.
La idea de renunciar al partido ya había rondado la cabeza de Díaz. Primero, cuando en pleno inicio de la crisis del Transantiago, el fallecido líder falangista, Adolfo Zaldívar, renunció a la colectividad para fundar el Partido Regionalista de los Independientes (PRI). En esa oportunidad, recordó, “una persona que quiero, respeto y admiro mucho, que es (el ex senador) Hosain Sabag, nos juntó a un grupo de personas y nos dijo que no lo hiciéramos”.
Luego tras el término de su período como intendente del Bío Bío, también pensó en dar un paso al costado. Esa vez fue el ex concejal de Penco, Héctor Araneda, quien lo persuadió de lo contrario. Hubo, además, un tiempo en que pensó no refichar.
“Tal vez, lo que me hace acelerar esta decisión en los últimos días, tiene que ver con que yo dije que iba a pensar muy bien lo que iba a ser. Tenía una opción de ser candidato en las elecciones de gobernadores del próximo año. Me puse a pensar en lo que tenía que hacer, probablemente habría tenido que inmiscuirme en las elecciones internas del partido. Como hay un sector del partido que claramente no me tiene cariño, lo demostró mientras trabajé en el gobierno, y tenía que optar por el otro sector, era lo lógico, ¿no? Y después tenía que enfrentar elecciones primarias, después las de la oposición… Y a mí me parece que es el mundo al revés, porque la discusión que yo veo en los partidos y la que yo creía que me estaba obligando a tomar era por quién era candidato. Una discusión procedimental. Había un filósofo DC, Claudio Orrego Vicuña, que me parece muy respetable, quien decía: ‘de nada sirve si no se sabe para qué’. Y a mí esa es una frase que la trato de tener presente en la vida. Este no es el momento de estar discutiendo procedimiento, ya no estoy en esa carrera. No estoy dispuesto hacer las cosas en las que no creo”, afirma.
Entonces, ¿qué se debería discutir? El ex intendente es categórico: “Qué cosas son las que se deben hacer en este pedazo de territorio que se llama Región del Bío Bío para que haya empleo, para enfrentar la emergencia climática, la necesidad de integración con nuestros pueblos originarios para tener paz social, para equilibrar las necesidades de producción… Esas cosas no se discuten y no encuentro mucha reflexión en el mundo de la sociedad política. Entonces, me sentía traicionándome a mí mismo y, de verdad, me he desvelado en el último tiempo”.
Después de una carrera política que lo vio pasar por la seremi de Gobierno, la gobernación provincial de Concepción, el Concejo Municipal penquista (donde pudo ser alcalde tras la renuncia de Jacqueline van Rysselberghe, pero no contó con el voto del actual jefe comunal, Álvaro Ortiz) y la intendencia del Bío Bío, Díaz reconoció que su decisión de renunciar a la DC y, de alguna forma, a la política, obedece a múltiples causas, desde las más prácticas, como las mencionadas, hasta otras mucho más profundas.
“Tengo un análisis crítico de lo que están haciendo los partidos políticos actualmente vigentes y tiene que ver con varias cosas. Por cierto, el partido en el cual yo militaba es parte de ese análisis”, afirma.
En su opinión, las colectividades siguen ancladas en el siglo XX: “Cuando hablo de eso, me refiero a que se siguen agrupando o tomando decisiones en base a la experiencia que fue el plebiscito del año ’88. Nuestra división entre el gobierno de la Unidad Popular o el gobierno Militar. Y cuando uno escudriña al interior de las distintas coaliciones, encuentra gente tan distinta, como si uno no pudiera convivir con los otros. Creo que las buenas y malas personas están en todos los sectores, en todos los partidos y en todas las coaliciones”.
Recuerda la experiencia del refichaje por la cual pasaron todos los partidos y los nefastos resultados que muchos obtuvieron, no alcanzando las cifras de antaño. Se refirió, además, al simplismo con que están evaluando los escenarios actuales y futuros.
“Soy una persona que tiene interés en los aspectos políticos y sociales, pero en general no veo discusión sobre temas del siglo XXI. No veo discusión sobre la emergencia climática, sobre cómo vamos a generar una economía que permita seguir sustentando el progreso que tienen sociedades como la nuestra que han salido de la pobreza, pero sin dañar el planeta; tampoco una discusión sobre migraciones o propuestas sobre qué hacer con la inteligencia artificial o cómo debemos integrarnos los territorios subnacionales a la globalización”.
Dijo recordar los tiempos en que estudiaba historia en el colegio y “se hablaba de la baja edad media que se caracterizaba porque el rey no mandaba y había muchos señores feudales. Yo veo cacicazgos locales en el sistema de estos partidos tradicionales. Algunos son core, otros son alcaldes, algunos son dirigentes sociales, pero no veo conexión entre ellos. Y los lazos se hacen en base a enemistades fuertes dentro de cada partido. Fíjese que hace unos días, el partido en el que yo militaba, celebraba su aniversario. Yo no estaba en la ciudad, pero veía cómo se celebró el paralelo, la directiva regional por un lado, la directiva provincial en otro… Francamente esa situación no me acomodaba. Me gusta construir, uno pierde tiempo destruyendo”.
-¿Cómo espera que reaccione su partido? Porque más allá de las diferencias que podrá tener con algunos, también hay quienes esperaban que usted fuera candidato.
-Bueno, lo que les he dicho a algunos con lo que he podido conversar, es que sigo siendo el mismo amigo y espero seguir contando con su amistad y cariño. Y que la vida es mucho más diversa que lo que les parece a algunos, como si la vida fuera solo política. Y uno es padre, esposo, trabajador. Siempre pensé que cuando me muriera iba a tener una bandera de la DC en mi ataúd. Ya no la tendré. Pensaba que era un compromiso para toda la vida. No me hace feliz llegar a esto, pero estoy tranquilo.
-¿Esta decisión también tiene que ver con su familia?
-Es que yo tengo hartas deudas con mi familia. No es un misterio que mi esposa, mi hija, uno de mis hijos por lo menos, mis padres, ven con mejores ojos que yo esté dedicado a otras cosas, distintas a la exposición pública.
-Claro, al final el tema los afecta más a ellos.
-Uno no es ajeno a la familia. Yo no creo en eso de “dar poco tiempo, pero de calidad”. Es una bonita declaración. La calidad de la relación pasa por dedicarle tiempo a la familia y hay que estar para decir, para aconsejar, para acompañar. Siendo muy cierto que mi primera opción es mi familia, mi decisión la resuelve las situaciones ya planteadas. Mire, yo también era un católico, bastante más ferviente, creía que la verdad del mundo estaba en mi iglesia. Sigo siendo católico, pero ya me cuesta más rezar por la Santa Madre Iglesia. Y creía que el partido en el que yo militaba era la herramienta para construir el reino en la tierra. Hoy no creo que sea tan así. Creo que uno puede encontrar en terceras personas que han tenido otras historias, gente buena y colaboradora.
-¿Quién le gustaría que fuera candidato a gobernador regional?
-La verdad, hasta hace unos días pensaba que era yo (sonríe). Llegué a la conclusión que no, y de los nombres que he escuchado hasta ahora, ninguno me convence.