“No podemos entregar determinismos o verdades reveladas a personas que se están formando”, precisó el líder de la masonería en su visita a la zona, donde presentó una declaración para la educación laica, que incluye la perspectiva de género. Además, se refirió al rol de la UdeC en el año de su centenario.
Sin verdades absolutas y con libertad de conciencia, así debe ser la educación laica a juicio de Sebastián Jans, líder de la masonería en Chile, quien estuvo de visita en el Colegio Concepción de Pedro de Valdivia, invitado por la Corporación Educacional Masónica penquista. En la oportunidad, lo acompañó el Gran Maestro de Uruguay, José Garchitorena.
El motivo de su visita fue presentación de la Declaración Nacional de Educación Laica, documento que contiene diversos puntos, que a juicio del Gran Maestro (electo como tal por sus pares en 2018), puede servir como guía para quienes quieran iniciar proyectos educativos laicos en el país.
En entrevista con Diario Concepción, Sebastián Jans se refirió además al papel que ha jugado la Universidad de Concepción para el país y el rol que jugarán ellos en la celebración de este centenario.
-¿En qué consiste este acuerdo por la educación laica?
– Desde hace algún tiempo la Asociación de Corporación Educacional Masónica había planteado la necesidad de tener un instrumento que señalara doctrinariamente en qué consiste la educación laica. Esto fue una necesidad que se fue desarrollando y se vio, dentro de las discusiones en la gran Logia de Chile, que tuviéramos un instrumento que se proyectara a la sociedad y que sirviera como una guía para un proyecto laico y la comprensión de una educación con libertad de conciencia en la educación.
-¿Por qué se elige a Concepción para su presentación?
– Básicamente, porque Concepción ha desarrollado uno de los proyectos educacionales más exitosos de corporaciones masónicas, siendo modelos replicados. Además, esto es un esfuerzo por descentralizar las actividades.
-¿Cuáles son los aspectos fundamentales de este protocolo?
– Los aspectos fundamentales son definir cómo entendemos conceptualmente el aseguramiento dentro de los procesos educativos la libertad de conciencia. Cuando uno está formando un joven está la etapa de instrucción, en donde se tiene que volcar todo aquello que es capaz de discernir con respecto al aprendizaje recibido. La importancia en los contenidos de esta definición parten de una realidad concreta de los colegios de las Corporaciones Masónicas de Educación, y es que nosotros no formamos jóvenes para la masonería. Se les da una educación que garantiza la libertad formativa y los elementos necesarios para interpretar la sociedad a través de una capacidad de discernimiento basada en una autodeterminación individual. Eso es lo que pone esta carta como una doctrina para desarrollar educación asegurando libertad de conciencia. No podemos entregar determinismos o verdades reveladas a personas que se están formando, por lo que tenemos que dar las herramientas necesarias y garantizar que sea un espacio donde el niño se encuentra con el saber y va construyendo sus opciones se cumplan y pueda optar por las alternativas que entregan las ciencias, el pensamiento o la cultura.
-Usted habla de las ciencias. ¿En este protocolo se incluye a las humanidades?
– Hay una vieja discusión sobre eso. Las humanidades son fundamentales para establecer una concepción humana y, a veces, hay cierta compresión de la humanidad con cierto determinismo. En el espacio laico de formación, lo que se ofrece, es una alternativa de reflexión y conocer la realidad, teniendo en cuenta que lo fundamental es la libertad de conciencia de los niños. Somos contrarios en establecer sesgos o verdades específicas, ya que cada uno va formando sus relaciones con la cultura o el mundo del trabajo.
-¿La educación con perspectiva de género también se encuentra incluida?
-La Masonería siempre ha hecho esfuerzos, la educación mixta parte con especialista que eran masones. El tema del género tiene que ver con la autodeterminación de cada cual y la educación laica tiene que ver con eso, con la opción sexual de las personas y cómo se entienden en la vida.
-¿Da lo mismo la sexualidad de las personas en los colegios de las corporaciones masónica?
– No es un elemento determinante. Un ejemplo de eso es el Colegio Concepción de Chillán, que estableció una política específica para niños que están dentro de la especificación trans.
-¿Y cómo ven eso desde la Masonería?
– Como un gran avance, porque en definitiva la autodeterminación personal y el efectivo ejercicio real de la libertad de conciencia, todas las personas tienen derecho a entenderse dentro del contexto de la sociedad y cada cual opta, por lo cual, necesita educación y el conocimiento necesario para afirmar sus posiciones en un ámbito de absoluta libertad y que el educando sienta que se le está entregando la más absoluta libertad.
-¿Esta medida que se realizó en Chillán, se va a aplicar en otros colegios?
– Eso se hará paulatinamente dependiendo de las necesidades propias de cada colegio. En algunos de ellos todavía no se ha planteado, porque no ha habido necesidad. Esto va orientado a que si llega un niño o niña trans a solicitar matrícula, esto no va hacer un obstáculo y se le va a respetar su nombre social hasta que resuelva su situación.
– Es conocida la relación entre la Masonería y la Universidad de Concepción. ¿Qué rol quieren jugar en la celebración del centenario?
– Nosotros estamos trabajando en tres líneas, la última semana de mayo vamos a hacer un gran acto de celebración para la UdeC, estamos remozando el monumento que existe en el campus, estamos preparando un libro, entre otras iniciativas paralelas. Esto nos parece tremendamente relevante, pues si usted mira la historia de la UdeC, encontrará a muchos masones y estamos intrínsecamente relacionados, con figuras como David Stitchkin, quien fue muy gravitante en el desarrollo de la cultura y la educación de Concepción. Hay gente de la masonería que trabaja allí, pero no para la Masonería, sino que para el proyecto educativo que refleja la UdeC. Esta universidad cumple un rol público fundamental que nos parece significativo y que está centrado en una idea del laicismo que nos es coherente.