La radicalización de la ciudadanía

24 de Febrero 2019 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Referencial

No hay tema más incendiario que la migración para mover a los extremos hacia las urnas.

Constanza Fernández Danceanu
Abogada y analista internacional

“Un gobierno irresponsable, una oposición histérica, una prensa incendiaria y una ciudadanía cada vez más radicalizada. ¿Qué puede salir mal?” tuitió hace unos días el periodista de The New York Times y El Mundo, David Jiménez. Aunque su cuestionamiento se refería a España, es difícil encasillarlo a dicho país. Lamentablemente, esta afirmación cruzó las fronteras. En Europa, en Estados Unidos, e incluso en nuestro país, con más o menos exactitud vemos una (o todas) aquellas descripciones a diario.

Esto es especialmente cierto cuando se trata de política internacional. La utilización de conflictos externos para generar unidad nacional es una muy vieja técnica. Fuimos testigos de su uso durante el juicio ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya que Bolivia presentó contra Chile buscando un acceso soberano al océano Pacífico. Nada como un enemigo común para generar unión. Y nadie es más perfecto que Chile para ser el villano de Bolivia.

Radicalizar para vencer

Lo preocupante es que estamos viviendo la versión 2.0 de esta técnica. Como en los últimos años globalmente hemos visto que una importante mayoría no toma parte en las elecciones, lo que buscan los políticos hoy es apelar a los extremos (de derecha o de izquierda, dependiendo del propio color político), ya que, aunque sólo consigan el voto de esta minoría, es probable que tengan garantizada su elección.

Hay temas que exaltan a estos radicales, no importa qué lugar del mundo observemos. La migración está en la cúspide de la lista.

En Estados Unidos el presidente Donald Trump declaró un estado de emergencia nacional para abordar la situación migratoria desde México, sosteniendo que hay “una invasión de traficantes, drogas y criminales en la frontera”. Agregó que “si vamos a tener traficantes en áreas donde no hay barreras, entonces no vamos a poder hacer a EE.UU. grande otra vez”, en alusión a su eslogan de campaña. La reacción de la oposición, y de decenas de ONG que trabajan en temas migratorios, fue inmediata. Un grupo de 16 estados presentó una demanda contra Trump con el objetivo de “impedir que el presidente viole la Constitución, la separación de poderes, que robe de dinero de los estadounidenses y de los estados que el Congreso ha asignado, legalmente”, indicó el secretario de Justicia de California, Xavier Becerra, quien encabezó la solicitud. Si la declaración de emergencia se concreta, esto podría significar un desvío de fondos públicos de US$5.700 millones para la construcción de muro a lo largo de la frontera sur que Trump tanto anhela.

En una entrevista, confrontando datos duros con las aspiraciones del gobierno, se le consultó a Stephen Miller, un asesor político de la Casa Blanca, “¿por qué es una emergencia nacional ahora, si cuatro veces más personas entraban por la frontera en el año 2000?”. La respuesta (que por supuesto él no pudo dar) dice relación con la próxima elección, no con la seguridad del país.

En esta misma línea se encuentran los dichos del ministro de Salud de nuestro país. Luego de confirmar casi 7 mil nuevos casos de personas contagiadas con VIH durante 2018, Santelices señaló que “la mayor parte de estos pacientes son pacientes extranjeros”. Esta afirmación le trajo críticas incluso desde su sector, ya que durante 2018 se confirmaron 6.948 nuevos casos de personas contagiadas, 37% de los cuales son extranjeros. Lo que cabe preguntarse es por qué el ministro pone énfasis en la cantidad de migrantes, y no en los 4.339 chilenos contagiados, que efectivamente representan una mayoría.

Es interesante ver cómo los argumentos “los extranjeros tienen más beneficios que los chilenos” o “vienen a quitarnos el trabajo” han evolucionado (o involucionado, en realidad). Pareciera que la moda hoy por hoy dice que hay que oponerse a la migración ya que los extranjeros traen enfermedades, o drogas, o son criminales. Si llegara a existir alguno que cumpla con las tres características, probablemente seguiríamos los pasos del país del norte y declararíamos estado de emergencia nacional.

Lo complejo de combatir estas fake news, es que las personas que tienen una opinión radical formada no quieren ser contradichas. Alimentan su forma de ver un tema con otros que lo perciben de la misma manera, sin escuchar las decenas de opiniones, al contrario, incluso si estas vienen de expertos o son datos duros. De hecho, parte de la estrategia es menospreciar a quienes tienen conocimiento técnico, ya que “lo que yo he visto”, aunque sea sesgado y poco representativo de la realidad, tiene más valor que lo que informa quien ha estudiado el tema en profundidad.

Migrantes versus expats

Italia tiene casi 3 millones de ciudadanos viviendo en el exterior, Alemania tiene a 4 millones, y Reino Unido a casi 4.5 millones, cifra que lo convierte en el país de la Unión Europea con mayor número de migrantes. Dejemos pasar lo irónico que es que el mayor argumento detrás del Brexit haya sido detener la entrada de migrantes al Reino Unido, y revisemos por qué nadie habla de estos migrantes.

El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) estimó que al 31 de diciembre de 2018 habían 1.251.225 personas extranjeras residentes en Chile. Aunque inmediatamente pensamos en venezolanos, haitianos y colombianos, es importante destacar que dentro de los 15 países con mayor cantidad de extranjeros en nuestro país, se encuentran España, Estados Unidos y Alemania. La diferencia es que estos no son migrantes, son ‘expats’, el anglicismo usado para separar a los migrantes ‘malos’ de los migrantes ‘buenos’. A nadie parece molestarle que un ‘gringo’ venga a quitarle el trabajo a los chilenos, pero la aparición de otro color de piel irrita profundamente a algunos compatriotas que quieren cuidar ‘la raza chilena’.

La migración es un tema útil para radicalizar, ya que la aporofobia –el rechazo al pobre– está más arraigada en la población. La gente quiere estar lejos de aquello en lo que no quiere convertirse. Por eso Chile prefiere describirse como “el jaguar de Latinoamérica”, y no como el vecino de Perú, Bolivia o Argentina.

¿Cómo no querer migrar?

Esta semana 9 presos políticos fueron ejecutados en Egipto. Uno de ellos, Mahmud al-Ahmadi, fue condenado debido a su propia confesión. En una audiencia le señaló al juez “deme un dispositivo para electrocutar y le haré admitir que usted asesinó a Sadat. Nos han electrocutado con suficiente electricidad para iluminar Egipto durante 20 años”.

Casos de tortura a prisioneros políticos se reporta a diario alrededor del mundo. A ello debemos sumarle que de acuerdo con el último reporte del Programa de Datos sobre Conflictos de Uppsala existen 49 conflictos armados activos en el mundo, de los cuales diez alcanzan la categoría de guerra: Afganistán, Siria, Yemen, Somalia/Kenia, Nigeria, Irak, México, la insurgencia de Boko Haram (Camerún, Nigeria, Niger y Chad), Sudán del Sur y Mali.

En muchos casos las personas migran porque lo necesitan para sobrevivir. En otros casos es en búsqueda de mejores oportunidades. En cualquier escenario, la mayoría de nosotros ha migrado o tiene antepasados que migraron, por lo que, si la preocupación por el bienestar de otros seres humanos no es razón suficiente para apoyar la migración, al menos asegurémonos de no tener tejado de vidrio. El que esté libre de migración, que lance la primera piedra.