Esta historia comenzó sin fotos ni audio. En una esquina, la bancada regionalista, con 21 de los 43 senadores. En la otra, el Gobierno -sin mayoría en el Congreso- urgido por sacar adelante una cuestionada reforma tributaria y, antes, la Ley de Presupuesto. ¿2+2? Entonces, La Moneda convocó a los regionalistas para diseñar juntos el mejor aterrizaje del proceso descentralizador, que parte con elección de gobernadores, compromete financiamiento y entrega de poder a lo largo de Chile. ¿Pura ganancia? No se anticipe.
Pone un pie en la vereda a la salida del Congreso y lo para un hombre de mediana edad. “Voté por usted… ¡qué pena que no salió”! dice y sigue su camino. Un carabinero de los que hacen guardia en la manzana también se detiene, le da la mano y una sonrisa. Es octubre 2018. Alejandro Guillier (65), senador independiente, perdió las presidenciales hace casi un año, pero este tipo de encuentros sobrevive. Él les baja el perfil. Y continúa caminando hacia el estacionamiento, como si nada. Su 4×4 negra -la misma de la campaña, “que se depreció hace rato por la cantidad de viajes”, medio bromea- lo lleva a Quinta Normal, donde grabará una hora de entrevista para una radio-tv comunal, con el periodista de Chiguayante, Miguel San Martín, director de la Fundación Caupolicán Bío Bío Regionaliza.
El ex candidato sigue aplanando calles. En contacto con la gente, donde -está convencido- deben estar los políticos. “Cuando recorres, cuando los escuchas, nadie pregunta si eres radical, socialista, comunista, UDI o lo que sea… No interesa. Sin embargo, los partidos siguen trabajando en cúpulas, con decisiones de elite. Así no van a resolver nada, eso no lo quieren asumir. Hay que leer el signo de los tiempos. Hoy los actores políticos no son solo los institucionales, los partidos”, dice dando sorbos a una botella de agua mineral. Tiene que tomar mucha, dijo el doctor, cuando le hizo un chequeo post campaña. Bajo el fuego cruzado de otros que levantaban otros candidatos, en una carrera improvisada, descoordinada, con zancadillas y trampitas solapadas en un conglomerado ya decadente, el periodista y sociólogo vivió días para olvidar… Peleó para tener un programa que, dice, a los medios nunca le interesó. Tampoco al empresariado, con quien se reunió en distintas oportunidades, recibiendo aplausos tibios, cumplidores no más. “Tenían su decisión tomada desde el comienzo”, agrega.
Mejor cerremos esa puerta. Ahora el senador está en otra batalla que lo energiza, aunque, de nuevo, sabe que no es tema que el periodismo trate con generosidad. Quizá sea su karma (en la interpretación budista, no la hindú). Lo concreto es que ahora Guillier – presidente de la bancada regionalista- puso sus fichas en el proceso de descentralización, para trabajar con el Gobierno en la búsqueda de acuerdos en los asuntos fundamentales de una ley tironeada y torpedeada que finalmente se impuso: las regiones elegirán un gobernador (no más intendentes nominados por el gobierno de turno), que cohabitará con un “delegado presidencial”. Y, a partir de 2022, las autoridades regionales pedirán al Gobierno que transfiera facultades para decidir el ordenamiento, desarrollo e inversiones en su zona. Muy, pero muy a lo simple, ya no tendrán que golpear puertas en Santiago para que se les autorice un arreglo de veredas.
El cambio terminará, además, con eso de que menos de la mitad de los recursos asignados al Fondo de Desarrollo Regional se decide localmente. Y, también, con esa vieja costumbre de parlamentarios y políticos de poner cercanos en puestos clave para allegar agua a su molino. El clientelismo no es amigo de la descentralización (“Destruye el Estado; cada gobierno barre con los funcionarios de carrera que ya casi no quedan. Ese Estado, ¿cómo va a jugar un rol trascendente?”).
Está claro, como también las razones por las que esta ley ha sido dura de roer. Cambia la forma de ejercer el poder. Hueso duro para todos los gobiernos.
Ahora que está en el Congreso el proyecto de reforma tributaria, resistido de entrada por la oposición en bloque y cuestionado en algunos aspectos por economistas de derecha, y también el de Presupuesto 2019, el Ejecutivo se acercó a la bancada regionalista buscando optimizar el aterrizaje de la descentralización, con acuerdos que de paso faciliten el trámite de las dos leyes. La bancada tiene 21 de los 43 senadores.
“En este contexto nos dieron pelota, entendieron que era una oportunidad; también para nosotros. Pero uno apoyará las leyes que lo convenzan, si no, no más”, dice Guillier. “Hemos conversado. Ellos no tienen nada que perder, solo ganar, porque nuestra bancada es más que el 50% de los senadores (elegidos por votación). Estamos trabajando con nuestros asesores, además con la Fundación Chile Descentralizado, y las universidades regionales han aportado expertos”.
Primero se integraron diez regionalistas. Ahora son 23. Pueden participar parlamentarios de distintos partidos y, de hecho, se han incorporado desde le Frente Amplio a la UDI. Todos, eso sí, deben firmar un compromiso de objetivos.
Están organizados en cuatro comisiones que mañana, en la primera reunión formal con La Moneda, deberán presentar borradores de trabajo.
Por el Bío Bío participa el senador Navarro. No participa el senador Harboe.
“Este Gobierno va a tener que impulsar la regionalización que es la mayor reforma estructural del siglo 21. No ha habido una época de cambios tan grande. La idea es que esto no se transforme en una batalla política. Los senadores de regiones vemos que lo que hay no da para más: un gobierno centralizado para un Chile jerárquico, autoritario, centralista, que no es capaz de organizar un país con distintos climas, etnias, economías y geografías. Necesita priorizar realidades diferentes. Y el asunto no es solo trasladar recursos, sino dar las condiciones para que las distintas zonas determinen sus necesidades y urgencias”, enfatiza.
– Pero el poder está detrás de esto. Cuesta soltarlo.
– Por eso lo primero es transferir capacidad en la toma de decisiones desde un gobierno jerárquico. Descentralizar. Luego, empoderar a las regiones para que ejerzan ese poder. Vamos a elegir gobernadores y ningún partido quiere escoger uno que no tenga facultades. Si no es capaz de decidir ¡capaz que lo linchen!
– ¿Qué le ofreció la bancada al gobierno en este trato?
– La mejor voluntad para que este tema salga de la coyuntura, de quién gana, quién pierde, para que llevemos este proceso con visión de Estado, de largo plazo, sin andarse sacando ventajas unos a otro. Será mérito de gobierno instalar a los gobernadores con facultades y recursos. Además, si los tributos se aplican con inteligencia serán un incentivo a la inversión.
– ¿A qué se refiere?
– A veces las comunas rechazan inversiones grandes, que toman años, porque no ven beneficio. Nadie quiere un emprendimiento que no considere lo ambiental, por supuesto. Pero, además, la gente se pregunta “qué gano yo con esta fábrica que me genera un problema porque atocha las vías y que no contratará gente de acá porque es algo especializado. ¡No me resuelve nada!”. Ahí puedes negociar cierto tipo de tributos. Algunos hablan de desarrollo compartido. En Minería, te puedo asegurar que por iniciativa propia empiezan a ponerse de acuerdo con comunidades para entregar recursos de manera informal. No quiero acusar a nadie, pero eso debe ser por ley y con fiscalización de las platas.
– ¿Por qué el traspaso de competencias parte recién en 2022, dos años después de los gobernadores?
– Es que existe temor grande; muchos piensan que las regiones no tienen capacidad de gobernanza a nivel técnico; otros están preocupados por el uso de los recursos y la probidad. Pero este es un proceso de transición, gradual, acompañado de recursos que van desde que el Presupuesto deje sumas crecientes en regiones; de impuestos municipales que se suelen pagar en casas matrices en Santiago, y de patentes de automóviles que se obtienen en regiones, pero van a Santiago e, incluso, de la creación de nuevos tributos.
Agrega:
– Gobiernos de derecha o de izquierda saben que es necesario descentralizar. Hay un proceso ya desencadenado, aprobamos la elección, pusimos fecha. Si aspirábamos a que fuera perfecto nos inmovilizaríamos entre los que dirían “yo no apruebo las competencias si no tengo el presupuesto”; y los otros “no apruebo el presupuesto si no tengo las competencias”. Esto tiene que funcionar. ¡Otro Transantiago sería un desastre!
– El ciudadano común ¿qué puede esperar a partir de 2020?
– Primero, que su gobierno regional se encargue de la planificación, del ordenamiento del territorio para terminar con las zonas de sacrificio (donde es la gente la sometida al sacrificio, no las instalaciones). Luego, contar con un diseño estratégico de infraestructura que, entre otras cosas, supone terminar con un desarrollo inmobiliario en que me asomo a la ventana y saludo al vecino del edificio de enfrente. Todos quieren negocios inmobiliarios, pero bien organizados. Como tercer asunto, desarrollo social, que considera cosas muy distintas de región en región, y desarrollo de capital humano porque efectivamente hay zonas mejor preparadas para tomar decisiones. Más adelante, en otra ley, vendrá lo de la participación ciudadana para que el gobernador no se transforme en un autócrata. Deberá trabajar con municipios, comunidad, grupos de interés.
A partir de 2022, el gobierno local podrá pedir más atribuciones en otras áreas, como Servicios, que han quedado en zona ambigua en la ley. Y negociar demostrando capacidad de gestión, buena fiscalización y uso responsable de los recursos fiscales.
– No será fácil, senador. Usted se declara optimista. Bío Bío está en la esquina opuesta, habiéndose enterado esta semana que los recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Regional contemplados en la Ley de Presupuesto 2019 llegan a $76 mil 490 millones, la mitad de lo pedido. En el mensaje el presidente había dicho que daría prioridad a regiones…
– Unas van a recibir más; otras, menos. En el balance veremos si es efectivo eso de dar prioridad. Para mantener el equilibrio fiscal el gobierno se puede poner muy conservador y nosotros necesitamos otra cosa… Pero el financiamiento regional tiene varias vías. Una es el Presupuesto. Otra, la de los impuestos existentes. Otra sería la de nuevos impuestos, como los del negocio digital que el gobierno menciona. La idea, entiendo, será traspasar un mayor porcentaje de lo recaudado por el gobierno y no generar otros nuevos tributos.
– ¿Cuál es el planteamiento analiza la bancada?
– Una idea es que de todos los tributos territoriales vaya un porcentaje a la comuna, otro a la región y otro a un fondo común nacional para zonas de rezago y sacrificio. Un tercio a cada uno… debemos analizar eso.
– También ronda la idea de tomar una parte del IVA.
– Esa es la más ambiciosa de todas y la que saca más aplausos. La planteó el senador José García Ruminot. No aumenta el IVA, sino aportar un 0,25% mientras se van generando las capacidades de gestión, subiendo a 0,5% y luego a 1%. Ese es el tope. Con eso solo a las regiones les empieza a cambiar la cara.
– Concepción demanda un Metro, pero topa con que desde la UDI se afirma que, según estudios, la demanda no justifica la inversión. Este tipo de cosas se decidirían de otra forma, con gobernador, delegado presidencial y transferencia de competencia. Sin embargo, la cohabitación gobernador-anticipa tensiones ¿no?
– No será fácil, pero participarán más actores. En cuanto al Metro, basta ir a Conce para darse cuenta de que el flujo diario desde las ciudades y localidades cercanas es brutal. Y el Metro, o un tranvía de superficie que sale más barato, resulta un sistema expedito. Un tren transurbano como ése es lo que se impondrá también entre Santiago, Talagante y Melipilla. El de Valparaíso funciona maravillosa, claro que hay que prolongarlo para mejor cobertura.
– Si hablamos de recursos para transporte, tenemos un problema con la Ley Espejo. Eso de un peso para el Transantiago, un peso para transporte regional no rinde lo que debe. Se usan para otras cosas, se tapan hoyos. ¿Quién fiscaliza?
– El gobierno. Lo que pasó ahí es que hecha la ley se negocia todo y termina siendo cualquier cosa. Aquí se puso la trampa con una indicación que decía que podía ser el equivalente en pesos “o compensación a la Región”. Yo no era parlamentario en ese tiempo, pero averiguamos para reclamar por el mal uso de esos aportes. Entonces ¿qué hace el gobierno? te manda tu compensación y te quita la plata del presupuesto, o sea hace su ajuste. Un autoengaño. Tiene que ser peso a peso.
– Ahora que van a ver lo de recursos con La Moneda, ¿plantearán el asunto?
– Sí, mejorar la Ley Espejo y también la de aporte a los medios por publicidad.
El jueves 27 de septiembre se selló el acuerdo de gobierno -Subdere y Segpres- con la bancada regionalista, a la que se fueron sumando parlamentarios de todos los partidos.
La idea: trabajar en el aterrizaje de la descentralización que parte con la elección de gobernadores en 2020.
Se formaron cuatro mesas de trabajo, que mañana mostrarán sus primeros borradores. Esos documentos, cuenta el senador Guillier, después se verán en la bancada regionalista y serán informados a los partidos. “Las sesiones son abiertas, se integra el que quiere”.
Las comisiones y encargados por parte del Gobierno son:
*Capital Humano: Pía Margarit, jefa de la División de Políticas y Estudios, Subdere.
*Planes de Ordenamiento Territorial; Teresa Mira, Segpres;
* Participación de la sociedad civil: Ericka Farías, asesora jurídica y legislativa Subdere.
* Responsabilidad fiscal y financiamiento regional; Francisco Moreno, subsecretario de Hacienda, y María Paz Troncoso, jefa de la División de Desarrollo Regional, Subdere.
– En abril dijo que le impresionaba gratamente la actitud de Piñera. ¿Lo sigue pensando?
– Lo notaba más austero. Ahora, lo de Estados Unidos me incomodó. El presidente de Chile no puede estar jugando con la banderita chilena dentro de la otra, algo que tiene lecturas múltiples. Además, era un encuentro de estadistas. Entonces no te puedes poner a chacotear como hizo en el escritorio de Obama hace años, ni ahora con la banderita. Fue una metida de pata innecesaria. Ojalá vuelva a la otra actitud, la austera, de menos figuración.
– Hasta aquí, ¿qué evaluación hace de su gobierno?
– Me parece razonable que se preocupe de disminuir el déficit fiscal que venía creciendo. Pero lo que no ha asumido y empieza a preocuparme es el empleo. Porque no se va a recuperar porque la economía crezca. El desacople entre crecimiento y empleo nos demuestra un problema estructural. Nuestra matriz productiva va a generar cada vez menos puestos de trabajo. Tenemos que ampliarla y en eso el Estado debe jugar su rol. El problema es que la clase empresarial chilena está vinculada al sector comercio y especulación financiera. Si copa el mercado acá, va a otros países. No tiene interés en impulsar una matriz abierta. Eso lo harán otros actores. Jóvenes, emprendedores, Pymes…
Tenemos que dar el salto: fibra óptica, industria creativa, industria naranja, industria del conocimiento… Todas estas cosas necesitan un Estado que apoye y que se relacione con los potenciales inversionistas extranjeros que hoy no tienen contraparte acá, como sucede con los asiáticos. El Estado abre la puerta, el negocio lo hacen privados.
Enfatiza:
– Piñera prometió que iba a crecer el empleo. Pero no ha sucedido. La matriz productiva está dando lo que puede, no más… Chile tiene que ir a la diversificación, con nuevos motores económicos, como alimentos, turismo, energía, plataforma de servicios, integración con países vecinos.