Política

Lapidaria sentencia de Fuad Chahín: “La Nueva Mayoría ya murió, no existe”

De visita en la Región del Bío Bío para presentar comisiones para el trabajo legislativo de los parlamentarios falangistas de cara a las reformas que planea instaurar el Ejecutivo. Chahín reconoció acercamientos con partidos de oposición para hacer alianza.

Por: Marcelo Castro 24 de Julio 2018
Fotografía: Lukas Jara M.

Un mes lleva en la testera de la Democracia Cristiana el ex diputado Fuad Chahín y ya trata de sacar al partido adelante, tras una de las crisis más fuerte que ha tenido la falange.

Haber competido sin aliados políticos en la lista parlamentaria y una candidatura presidencial en solitario, además de la salida de militantes históricos como Mariana Aylwin, Soledad Alvear y Gutemberg Martínez.

Pero Chahín, quien perdió por 242 votos de diferencia frente a Francisco Huenchumilla, mira con optimismo lo que puede hacer la falange de cara a las próximas elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales.

– ¿Cómo tomó el partido?

– Tomamos un partido que indudablemente estaba en una crisis política, electoral y de convivencia. Han partido militantes que ya no encontraban en el partido un espacio de debate en torno a los desafíos del país y, naturalmente, era un momento difícil en que no muchos estuvieron disponibles para hacerse cargo de la conducción política. Yo creo que los jóvenes que, además, hemos tenido la oportunidad de representar al partido y que abrazamos sus ideas y valores, tenemos una responsabilidad, una responsabilidad de que la DC no sea una especie de pieza de museo histórica.

– La rebelión de los guatones y haber corridos solos, ¿cuánto influyó en el ambiente interno del partido?

– Yo creo que haber corrido solos generó un problema electoral y cuando obtienes un mal resultado electoral, eso te afecta el estado de ánimo partidario, pero también quiero decir que de alguna manera el partido fue a mi juicio abandonando su esencia. Nos preocupamos demasiado de la administración del poder, de la ingeniería electoral y poco de resintonizarnos con nuestra esencia.

– ¿Cuándo empieza?

– Fue gradual, creo que parte quizás a mediados de los ‘90. Al final, terminamos con un pragmatismo absoluto que terminó haciéndonos perder nuestra identidad, nuestra fraternidad interna y alejándonos de nuestro electorado. El gran desafío que tiene hoy la DC es recuperar nuestro electorado a partir de un proceso de escucha y de coraje para poder actuar con carácter, con personalidad política y no andar pidiendo banderas ajenas, sino que levantar las propias.

– ¿Le hizo mal a la DC gobernar dos períodos consecutivos?

– Digo que ahí partió. Creo que quizás no logramos enfrentar a tiempo los síntomas que se empezaban a generar hace ya un tiempo, de descomposición, de corrupción, incluso, interna, y creo que al final terminamos también haciendo algo que a mí me parece que fue un error, que fue no ser capaces de defender y reivindicar nuestro propios logros. Creo que lo que hicieron los primeros gobiernos de la Concertación fue muy importante. La pérdida de identidad, acostumbrarnos a la administración del poder, la incapacidad de defender nuestra obra y el alejarnos de la política de la base. Mucho desde el Estado y poca desde la base. Eso fue generando una desconexión. Ese fue un proceso gradual que terminó en el pésimo desempeño electoral.

¿Va a alcanzar esa meta?

– Estoy convencido que sí. 300 candidatos jóvenes, hay que renovar liderazgos ya. Cuál fue uno de los principales factores del mal resultado de la elección parlamentaria: no solo haber ido solos, sino que no fuimos capaces de llenar las listas. ¿Por qué?, porque por mucho tiempo la competencia en el partido fue para taponear los liderazgos y no para promoverlos. Nos encontramos con esa problema, tener cupos y no candidatos. El Frente Amplio en eso nos dio lección, porque llenaron todas las listas con candidatos, que sacaron muy baja votación, pero la sumatoria les permitió elegir parlamentarios. Nosotros tenemos que aprender de los errores.

– ¿Cuánto daño le hizo al partido ir solos y demostrar que la convocatoria que ustedes pensaban que tenían no la tienen?

– Yo creo que tiene un doble efecto. Primero, un sinceramiento de cuántos votos realmente tiene el partido. Recordemos que en la parlamentaria sacamos el doble de votos de la presidencial. Somos de todas maneras, a pesar del mal resultado en términos de cupos, el partido con más votos de la oposición y el tercero de Chile. El problema es que por no haber sido capaces de completar los cupos elegimos menos diputados. Curiosamente, tenemos más votos que el PS, pero tenemos mucho menos diputados.

– ¿Es una lección de cara a las próximas elecciones?

– Primero, no creemos en un camino en solitario, debemos construir una coalición política que no desperfilen a la Democracia Cristiana, con políticas que apunten a un electorado de centro, progresista y de vanguardia que hoy se encuentra abandonado. La DC representó ese espacio y lo fue abandonando, y eso es lo que queremos volver a conquistar.

– Pero para lograr eso hay que trabajar con los partidos de la Nueva Mayoría.

– Yo creo que hay partidos con los que se puede trabajar, como el PPD y el PR, con quienes queremos trabajar algunas propuestas programáticas.

– ¿Hay algún punto de convergencia con el Partido Comunista?

– Yo creo, en algunos derechos sociales por ejemplo, o por mantener algunos derechos sociales conquistados. A pesar de las discrepancias que tenemos, debemos conversar con todos.

– ¿Y replicar lo que ocurre en el Bío Bío, en donde la DC ha funcionado como un articulador de la oposición?

– Hay que ser claro, la Nueva Mayoría murió, se acabó, no existe más. Otra cosa es el espacio de oposición, en donde queremos autonomía. Pero no requiere alguna soledad o un acompañamiento, nosotros no somos autistas.

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