Ricardo Lagos: “Los fondos espejo no son para tapar hoyos; el metro penquista debe salir de ahí”
22 de Julio 2018 | Publicado por: Javier Cisterna
En entrevista con Diario Concepción, el primer mandatario socialista tras Allende rememora la épica del “No”, afirma que su gobierno “combatió el neoliberalismo” y aboga por un debate abierto sobre los temas del futuro.
“Lo que Pérez le diga a González no me interesa. No porque no sea importante, he practicado la política en todos sus niveles y sé lo que es la lucha por el poder, pero creo que los temas que tenemos por delante son de otra envergadura”. Esa es la advertencia que Ricardo Lagos (80), Presidente de la República entre 2000 y 2006, afirma que entrega previo a cada entrevista que concede en la actualidad.
Reconoce estar empecinado en la agenda del mañana. Habla con soltura de big data e inteligencia artificial. Y aunque no rehúye del acalorado debate por el legado concertacionista, prefiere mirar la estela del extinto conglomerado con los ojos de quien se atreve a esbozar un futuro próximo; uno en que despercudirse de la sombra del dictador Augusto Pinochet no sea el principal desafío, sino más bien resolver la encrucijada que propone la reconversión del empleo a causa de la robótica.
Así es el Ricardo Lagos que dialogó con Diario Concepción. El mismo que en 2017 se atrevió a lanzar una precandidatura a La Moneda que el PS, su partido, sepultó meses después, y que hoy, consciente de que aquella fue la última incursión electoral de su carrera, recorre Chile en rol de intelectual acompañando a Cristián Warnken en el marco del ciclo “Pensamiento Propio”.
– ¿No le queda el más mínimo deseo de volver a competir por la presidencia?
– Es cuestión de mirar el calendario, o si prefiere la cédula de identidad. Uno tiene intereses más permanentes con el país, con una ciudadanía, en tanto uno pueda seguir aportando ideas para el debate.
– Junto a Cristián Warnken llama a dialogar sobre la fragilidad. ¿Cuán frágil es nuestra democracia?
– Pienso que la fragilidad hoy de las instituciones políticas que vemos en Chile, tan mal evaluadas, desgraciadamente, no es solo de Chile, es algo generalizado en el continente. Y no solo en el continente, vea usted lo que pasa en Europa, lo que pasa en EE.UU. La elección de Trump qué es lo que es. Yo diría que es la respuesta en EE.UU. a una clase media que sabe que el sueño americano se acabó, que sabe que sus hijos van a estar peor que sus padres. Y si la democracia no se hace cargo de las demandas y necesidades del ciudadano, entonces la respuesta demagógica y populista está a la vuelta de la esquina. Y no nos quejemos si eso ocurre.
– ¿Le preocupan las señales en Europa?
– Cuando usted ve lo que sucede con países con la tradición de Austria o Italia, claramente. La cantidad de gente que dice que estamos volviendo a la década del ‘30, previo al ascenso del nazismo, es brutal. Es allí donde uno se pregunta qué está pasando. Esa es la fragilidad, que por cierto tiene dos razones. Una desde el punto de vista económico, y otra que tiene que ver con que las instituciones políticas tienen que poner de relieve la mayor necesidad de la ciudadanía de ser tomada en cuenta.
– Era de los que llamaba a dejar que las instituciones funcionaran. ¿Se equivocó?
– Cada país tiene que ver dónde la aprieta el zapato. Hablo en términos de lo que existe.
– ¿Observa el germen de la fragilidad populista en Chile?
– Yo creo que lo que hay a veces es un gran voluntarismo. De querer hacer las cosas y ya. Pero si usted no tiene las mayorías necesarias… yo nunca tuve mayoría en los seis años de gobierno, por los senadores designados, y por lo tanto cualquier ley tenía que ser negociada con la oposición. Hoy dicen que esa democracia de los acuerdos está superada. Sí, seguramente, y me parece que está muy bien. Tiene que haber una democracia de las mayorías, pero yo nunca tuve mayoría para gobernar, entonces el derecho a veto que me ejerció la derecha siempre estuvo ahí. “Seguro de desempleo, Presidente”, me exigieron, y se resolvió dejarlo en administración privada. Al final accedí. Que después se cambie, pensé, pero lo cierto es que preferí tener seguro de desempleo así a no tenerlo. Planteé una reforma a la Constitución de entrada y de entrada me dieron un gran portazo. Terminamos con una reforma al final del gobierno gracias a lo cual, ahora, hay lo que hay, sino todavía estaríamos con los enclaves autoritarios.
– Usted mencionó en el conversatorio de “Pensamiento Propio” acá en Concepción que hubo que entrar en el camino de la Constitución de Pinochet para sacarlo. ¿La Concertación tuvo que entrar en el camino del neoliberalismo para concretar su proyecto político?
– No, lo que hubo que hacer fue precisamente lo contrario. Cuando usted dice “quiero un ingreso mínimo”, cuando usted dice “quiero un seguro de desempleo”, ¿qué está haciendo? Cuando usted está estableciendo un Chile solidario para sacar a gente de la pobreza, ¿qué está haciendo? Cuando usted crea un programa de vivienda social, ¿qué está haciendo? Cuando usted establece todo un programa respecto de las reformas educacionales, ¿qué está haciendo? Cuando usted dice que es indispensable tener una agencia de calidad de la educación, porque es indispensable que el Estado certifique la calidad y seriedad de los títulos, ¿qué está haciendo? Lo que se hizo fue enfrentar el neoliberalismo y lo único que yo diría, es que vea el último informe del Pnud que se refiere al período del ‘80 hasta ahora. Vea cuál es el período en que más disminuyó la desigualdad de ingreso en Chile. Es entre 2000 y 2006.
– ¿Le parece injusto por tanto que se plantee que la Concertación profundizó el modelo económico de la Dictadura?
– Las frases se pueden plantear.
– Hay frases que pasan a la historia.
– Yo lo que digo son hechos. Cuando una señora, como resultado del Chile solidario, me dice un día, con mucha dignidad, “yo soy pobre y no sabía que por ser pobre tenía derechos. Este programa me hizo saber que los pobres tenemos derechos y pedir que se respeten esos derechos es señal de dignidad, no de humillación por ser pobre”. ¿Eso es neoliberalismo? Cuando usted dice “agua potable en el mundo rural”, ¿es neoliberalismo? Si fuera neoliberalismo, pongo agua potable donde es rentable, la instalo y gano plata. Hay que hacerse cargo de las palabras. Por eso digo, en una democracia, ¿manda el ciudadano o el consumidor? Tiene que mandar el ciudadano para definir el mínimo civilizatorio.
– ¿A qué adjudica el juicio crítico al legado de la Concertación?
– Yo creo que cada generación tiene su épica y por supuesto dirán “usted, señor Lagos, no me venga a contar las historias viejas del pasado”. Aquí y ahora veamos qué hacemos para adelante. Y lo que viene ahora en adelante es la robótica, la inteligencia artificial y la big data. Y estos elementos van a cambiar todo el cuadro que hoy tenemos.
– ¿Le duele cuando dicen que Lagos ya no es tan socialista como antes?
– Yo creo que lo importante, más allá del título que usted quiera ponerse, es cómo las ideas de una sociedad más igualitaria, donde no sea la cuna lo que determine el futuro del niño, se vayan asentando.
“Los fondos espejo no son para tapar hoyos en las regiones”
El ex Presidente duda cuando se le plantea una descentralización en serio, como esbozan algunos actores que acusan insuficiencia en la agenda regional de La Moneda. En su mirada, Chile debe volver a pensar las regiones con un criterio de contingencia y también según los apremios fiscales, para no replicar un proto federalismo insostenible.
– Traspaso de competencias, rentas regionales y un gobernador altamente empoderado. ¿Está de acuerdo?
– No es un problema de sí o no. Eso que usted me dice, ¿lo va a tener en 16 lugares del país? ¿Va a tener 16 sistemas tributarios? Es fácil decirlo, escribirlo, y después qué vamos a hacer con el sistema tributario. ¿Vamos a tener una competencia entre regiones? No es llegar y decir. Creo que las cosas hay que meditarlas un poco más, hay que sacar de la experiencia. Es fácil decir autonomía en todo. Entiendo eso. Pero vuelvo al tema. ¿Eso lo vamos a hacer en 16 lugares?
– Y a lo mejor en más. ¿Comparte la creación de nuevas regiones?
– Yo tengo un planteamiento más de fondo sobre eso. Las regiones las estableció Pinochet el ‘78 y lo hizo con una concepción política de un eventual conflicto bélico. Entonces, yo planteé hace mucho tiempo revisar eso y ver cuál es el criterio real, porque usted puede volver a las 25 provincias que tuvimos históricamente, porque hoy usted me lo plantea por Chillán, pero si voy a Valparaíso me van a preguntar por Aconcagua. Y quiero ser muy franco. En mi gobierno se creó la Región de Arica y la de Los Ríos y por este camino vamos a llegar a las 25. Ahora, si usted efectivamente va a descentralizar el país, cabe preguntarse con qué criterio establecemos las regiones. Usted puede aplicar un criterio de identidad cultural. Según eso yo le digo: Arica, Iquique, Antofagasta y Atacama. Todas son desierto, todas tienen actividad turística y pesquera, todas tienen en la cordillera los enclaves mineros. ¿No cree que todo eso da para una gran región? Entonces, a lo mejor hay que pensar en macrorregiones.
– ¿No se ha aplicado una mirada a largo plazo?
– No, y por eso me permití plantearlo cuando se lanzaba el tema de elegir los gobernadores. Pero vamos a elegir gobernadores y va a haber un delegado presidencial, y éste va a proponer los seremis a los ministros. El gobernador a su vez será presidente del Consejo Regional. Habrá que ver cómo se desarrolla aquello, sería muy grave que no funcionara bien.
– Las diferencias con Santiago, por mientras, se siguen acrecentando. Por ejemplo, ¿es hora ya de dar un salto en Concepción en transporte público?
– Sobre ese tema he sido bastante claro. Creo que, primero, los fondos espejo tienen que ser espejo. No son para tapar hoyos en las calles, no son para resolver un problema concreto de la Región. Los fondos espejo en materia de infraestructura son para proyectos de infraestructura. Por tanto, si se ha planteado concretamente, como lo hizo con fuerza el actual mandatario, un proyecto de expansión del Metro de Santiago, bueno, igual de concreto debe ser en cuándo vamos a cambiar el puente ferroviario sobre el Bío Bío, porque por ahí hay que partir. Si lo va a cambiar, que lo emplace de tal manera que de ahí salga el metro directo hacia el sector céntrico de Concepción, hacia la Universidad y que de paso termine en la estación, y de ahí se entronque con lo que viene de Chiguayante a Concepción. En otras palabras, creo que las condiciones están para eso, pero hay que tener la voluntad.
– ¿Extraña un liderazgo fuerte desde la Región del Bío Bío?
– Me gustaría que hubiera más consciencia de que eso se puede hacer y de que Biovías es una realidad que tiene que ser impulsada y pedida desde acá.
“No quiero que pase en América Latina lo que pasó con Kosovo”
Lagos observa América Latina con preocupación, y en su análisis pone al frente los Derechos Humanos más que la disyuntiva izquierda o derecha. La prioridad, antes de reflexionar en torno al tablero ideológico del continente, es abundar en soluciones para los estados en crisis, dice.
– ¿Hay salida para la situación en Nicaragua?
– Creo que el problema de Venezuela y de Nicaragua obviamente está en una situación límite y es indispensable que como latinoamericanos seamos nosotros capaces de resolver esos problemas. Lo digo así porque me preocupa escuchar a algunos que dicen que la solución viene de afuera. Siempre digo que no quiero que nos pase en América Latina lo que pasó en Europa con Kosovo, en donde fue Clinton el que ordenó la intervención con tropas norteamericanas.
– Tampoco la intervención vía golpes de Estado.
– Por supuesto. Y en ese contexto es importante lo que colectivamente se haga por parte de las democracias latinoamericanas para que, a aquellas que no lo son, decírselo claramente.
– Pero, ¿no le parece en extremo sencillo solo firmar cartas de rechazo?
– Por supuesto. Firmar la carta es lo fácil, implementarla es difícil. Por eso una vez me pregunté por qué todos quieren estar en el Consejo de Seguridad. Cuánto tiempo le dediqué yo para decir “no” a la Guerra de Irak. Al final las cosas hay que hacerlas y tomar decisiones.
– ¿Gira América Latina hacia la izquierda o la derecha?
– Más que un corrimiento hacia la derecha o la izquierda, lo que hay es un corrimiento para que se vaya la coalición que está en el gobierno. Eso usted lo puede aplicar al caso chileno, al de Macri en Argentina y también en México. Es una demostración de insatisfacción. Y claro, las cosas apuntan en esa dirección. Además, yo diría que el tema de gobernantes de la tendencia latinoamericana de reelegirse, está también produciendo las molestias y rechazos correspondientes.