Tolerancia cero, los derechos de los migrantes deben ser respetados

24 de Junio 2018 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Portada

El retracto de Trump es una buena noticia, pero no olvidemos a los cientos de miles de inmigrantes invisibles en el mundo, que pareciera que a nadie le importaran.

Constanza Fernández Danceanu
Abogada y Analista Internacional

“Los nazis me separaron de mis padres cuando era una niña. El trauma dura toda la vida. Lo que está pasando en nuestro patio trasero hoy es tan siniestro y criminal como lo que me pasó a mí y a mis hermanos en la Europa nazi”, denuncia Yokka Veredoner, una sobreviviente del Holocausto. La política migratoria de Estados Unidos que separó a más de 2.300 niños de sus familias es tan inhumana que logró ser fácilmente comparada con los crímenes contra la humanidad perpetrados por Hitler y sus seguidores.

El pasado 6 de abril Estados Unidos adoptó una nueva política de inmigración: tolerancia cero. La idea era asegurar que todos los adultos que cruzaran la frontera por un punto no autorizado debían ser juzgados. Hasta antes de que se implementara esta estrategia las familias que eran capturadas eran retenidas en ‘centros de detención de familias inmigrantes’, para ser posteriormente deportadas. Según palabras del Presidente Donald Trump, esto era una carta blanca para no tener que ir a prisión, ya que “los niños son usados por algunos de los peores criminales en el mundo como medio para entrar a nuestro país”. Entonces la solución fue separar a los niños para poder juzgar a los adultos.

Meses pasaron para que la comunidad internacional reaccionara. Recién esta semana poco a poco líderes mundiales comenzaron a juzgar la medida, y la prensa empezó a cubrir la tragedia. La revista The New Yorker publicó una lapidaria portada con una ilustración mostrando a pequeños niños escondidos bajo el manto de la Estatua de la Libertad. Por su parte, todas las Primeras Damas, incluyendo la actual, criticaron públicamente la política, calificándola de cruel, inmoral, y una vergüenza para el país.

Con esta presión Trump dio pie atrás, firmando una orden ejecutiva que pone fin a la controvertida estrategia, pero dejando claro que la opinión pública no fue quien lo hizo cambiar de idea, sino que señaló que “no me gustaba ver a las familias separadas”. Aunque parece que los desconsolados llantos de miles de pequeños no parecieron importarle durante meses, por la razón que sea la política fue revertida.

Lo que más impacta es el nivel de apoyo interno que la medida tuvo: un 28% de los estadounidenses está de acuerdo con ella. Más de un cuarto del país no es capaz de ver lo inhumano de la política. En una página pro Trump de Facebook se podían leer frases horrorosas como “¿dónde firmo para poner a esos ilegales en jaulas?” y “¿por qué siguen respirando? Póngalos en la silla eléctrica”. Poco sorprende, después de leer esas espantosas declaraciones, que Estados Unidos haya anunciado su retiro del Consejo de Derechos Humanos, el órgano de Naciones Unidas que vela por la promoción y la protección de dichos derechos.

Esto demuestra la falta de empatía por otros seres humanos, incluso la deshumanización con que se ve la migración. Imagina vivir en un entorno tan terrible que estás dispuesto a todo –incluso tal vez a morir– por alcanzar un mejor futuro. Todo el esfuerzo y sacrificio para que te llamen ‘ilegal’. Como si un ser humano pudiera ser legal o ilegal. Los migrantes indocumentados tienen que tener acceso a los mismos derechos básicos que cualquier otro ser humano que tuvo la suerte de nacer en un lugar privilegiado. Esto no puede ser siquiera cuestionado.

El retracto de Trump es una noticia maravillosa para las familias de esos miles de niños que fueron alejados injustamente de sus padres. Pero no olvidemos a los inmigrantes invisibles, esos cientos de miles que arriesgan sus vidas escapando de Siria, Sudán, Yemen, Birmania, Honduras, Guatemala, y tantos otros lugares, los que, pareciera, a nadie le importan. Si las fotografías de los niños enjaulados en Estados Unidos te indignaron, ¿cómo es posible que no te indignen tantas otras imágenes del sufrimiento de los migrantes que vemos a diario alrededor del mundo, incluso en Chile? Tenemos el deber moral de terminar con el doble estándar y de ser capaces de ver a todos los humanos como iguales, porque la nacionalidad de nuestro pasaporte no nos puede hacer ser menos humano.