Ñuble: trastienda de una separación que marcó la historia del Bío Bío
El debate respecto a Ñuble sigue abierto, tanto en Chillán como Concepción. ¿Se dividió la Región del Bío Bío o se creó una nueva? Críticos e impulsores tuvieron oportunidad de opinar y tal como ha sucedido en otros proyectos, un gobierno firmó y otro será el encargado de concretar.
Chillán, 20 de agosto de 2015. En el marco de la conmemoración de un nuevo natalicio de Bernardo O’Higgins, la Presidenta Michelle Bachelet inicia un camino sin retorno hacia la creación de la Región de Ñuble firmando el proyecto de ley que la impulsa.
Al calor de un día con colores patrios, en Chillán la comunidad celebra lo que hasta entonces era solo una promesa de campaña y que, como tal, fue varias veces repetida irresponsablemente con calculadora electoral en mano.
Al unísono, en Concepción, quienes se oponen a la medida cuestionan la propuesta emanada de La Moneda para dividir el Bío Bío, apuntando al excesivo poder de Santiago en la toma de una decisión con clara pertinencia local.
Ese punto de partida, uno de los tantos que sindica la narración de la Región de Ñuble, es sin duda el más señero desde lo político. No solo porque con el ingreso del proyecto al Congreso comienza el entrevero parlamentario, sino porque también da pie a tres años de intenso debate civil, académico y productivo, tanto en Chillán como Concepción.
Igualmente, el factor identitario o más bien de negación del “otro”, cobra relevancia. Desde Ñuble se señala a la capital regional como culpable del doble centralismo que afecta a las provincias, mientras que en Concepción se trata de mirar a la metrópolis nacional. ¿Quién va a contrapesar a Santiago si se parte el Bío Bío?
Lo cierto es que la visión creacionista se impuso. Y desde un comienzo. En efecto, hoy antagonistas del proceso Ñuble reconocen que la apuesta real era intentar dilatar su tramitación. La demanda por la nueva región ya había acumulado la fuerza suficiente, o quizás el respaldo político necesario.
Esta es la breve historia de una idea que terminó en proyecto y de un proyecto que se hizo realidad en forma de la decimosexta región chilena, la con capital en Chillán, la Región de Ñuble.
De los ‘90 hasta hoy
“Ñuble como región y la estrategia de desarrollo para implementarla”, es el nombre del documento que en mayo de 1995 publicó el diario chillanejo La Discusión, texto que alentó el debate sobre una eventual transformación de la entonces provincia en región.
En ese tiempo, el embrionario tópico regional se veía empañado por otra disputa divisionista, aunque con carácter comunal. Chillán Viejo buscaba convertirse en municipalidad, escindiéndose de la ciudad de Chillán. Tras intentos sostenidos, el Presidente Eduardo Frei y el Congreso Nacional le dieron su visto bueno al nuevo territorio ese mismo año ‘95.
Según quienes recuerdan dicho tranco, el caso de la naciente comuna sirvió de antecedente para lo que se vendría en cuanto a búsqueda de apoyo político para modificar la administración local. Asimismo, el renacer de la identidad chillaneja sería, a partir ese hito, algo que podría plasmarse en cambios concretos.
En 1997 se creó el Comité Pro Ñuble Región, que reunía a los 21 alcaldes de la provincia bajo la cruzada. La instancia se transformó en el principal aparato de incidencia política del impulso regional logrando, hacia fines de los ‘90 y principios de la década del 2000, citas en la capital con altas autoridades de Gobierno.
De hecho, en 2003, el comité entregó al Presidente Ricardo Lagos un documento que aglutinaba argumentos para la creación de la Región de Ñuble. No obstante aquello, el Ejecutivo y diversas autoridades reiteraron ante cada consulta un no rotundo sobre cualquier eventual división del Bío Bío.
Eso hasta 2007, cuando las regiones de Arica y Parinacota y Los Ríos vieron la luz. La primera, producto de la necesidad de robustecer la administración regional en la frontera con Perú, y la segunda tras el empuje de movimientos valdivianos y la escasa respuesta de Puerto Montt. En Chillán se comenzó a hablar de una jurisprudencia sentada.
En los años posteriores, la consolidación de antecedentes y las insistencias a la Subdere se reprodujeron. Las presidenciales de 2009 también fueron motivo de agilización del foro permanente, pero no es hasta 2010 que la Comisión de Gobierno del Senado compromete dar rapidez la revisión del proyecto ñublensino.
Cabe destacar que en 2011 irrumpió la figura de Hérex Fuentes al frente del comité pro región. Durante su jefatura, la ofensiva política y comunicacional enfrentó los momentos más decisivos.
La administración Piñera, sin embargo, nunca se mostró favorable a la conformación de un nuevo territorio regional, pese a conceder diversos espacios protocolares. De todas formas, los apoyos y rechazos comenzaron a cruzar con fuerza todos los colores políticos.
El panorama se modificó en 2013, cuando la candidata Michelle Bachelet se dijo proclive a la conversión de Ñuble en región. Una vez en La Moneda, empujó junto al comité, parlamentarios y la comunidad chillaneja organizada, el carro de la separación del Bío Bío. Dos años después, firmó la creación oficial.
Mirada desde Concepción
El plan Ñuble Región nunca cuajó en las distintas esferas de Concepción. Entre parlamentarios, los de la zona fueron los más críticos del proyecto. De hecho, el entonces diputado por Talcahuano y Hualpén, Jorge Ulloa, fue uno de los grandes detractores de la división del Bío Bío. Los azares hoy lo tienen en el puesto de intendente regional y como uno de los principales organizadores de la nueva administración ñublensina.
En los gremios se encontró la oposición más férrea, lo que también despertó molestia en Chillán, desde donde se acuñó el término “lobby penquista” para referirse a los intentos del sector productivo de Concepción para incidir en la toma de la decisión final.
En marzo de 2017, en uno de los últimos intentos por la vía parlamentaria, la Comisión de Gobierno Interior de la Cámara de Diputados recibió a voces empresariales de la capital del Bío Bío. Entre los presentes estuvieron la Cámara de la Producción y del Comercio de Concepción y la Sociedad Agrícola del Bío Bío. Tras ellos, también se manifestó en distintas oportunidades Irade, corporación que propició la creación de la Mesa Mejores Regiones, que durante el año pasado levantó propuestas de descentralización ajenas a la creación de nuevas entidades territoriales.
En agosto pasado, durante el tradicional Erede, el presidente de Irade, Eduardo Abuauad, ofreció un discurso que marcó un precedente en cuanto al tenor de sus palabras. La Región de Ñuble, en el análisis del empresariado penquista, nace por razones políticas más que económicas, que no ponen de relieve el perjuicio histórico que significa la escisión del Bío Bío.
En la otra vereda, el intendente Rodrigo Díaz le respondió afirmando que era tiempo de mirar al futuro. Desde Chillán tampoco quedaron ajenos, aunque las réplicas no llegaron con la energía de antes. Independiente de lo que a esas alturas se opinara, Ñuble ya era una realidad plena.
En efecto, una semana antes de dicho encuentro, en Chillán, la Presidenta Bachelet había despachado la Región de Ñuble, acompañada de los vítores de una comunidad que creía -y cree- firmemente que el desarrollo local pasa por acercar el aparato público a las dinámicas diarias de la población. Desde septiembre, cuando la instalación sea completa, vendrá de seguro una nueva ronda de conclusiones.