Hérex Fuentes, presidente del comité Ñuble Región e histórico activista de la zona, cuenta que algunas autoridades de la capital le han solicitado, un poco en broma, un poco en serio, “dejar de andar paseándose por el país creando nuevas regiones”.
En su rol de impulsor de la Región de Ñuble, se ha transformado en una suerte de profeta para las provincias en su reclamo por la excesiva centralización interna. Y aunque prefiere hablar de traspaso de experiencia antes que de un patrón, lo cierto es que su conocimiento está siendo recogido por nuevas causas regionalistas que ven en la arremetida chillaneja el gran ejemplo a seguir.
El anterior es el caso del movimiento por la Región de Aconcagua, que busca escindirse de la actual Región de Valparaíso agrupando las provincias de Petorca, San Felipe y Los Andes. El impulso ha tomado fuerza el último tiempo, sobre todo tras la concreción de Ñuble y su avance de cara a la instalación final en septiembre.
En efecto, el proyecto Aconcagua cuenta hoy con un estudio de factibilidad emitido por la Subsecretaría de Desarrollo Regional que se abre a la posibilidad de su creación. El texto, liberado en marzo de este año por la entonces Presidenta Michelle Bachelet y de acceso público, establece una serie de elementos técnicos que tienden hacia una mirada favorable del proceso aconcagüino.
Bien lo sabe Yuri Quiroz, vocero del movimiento “Yo Amo Región de Aconcagua”, quien dice que Ñuble “demoró 20 años en ser región y nosotros en tres ya hemos logrado el estudio”. No por eso le resta valor a lo que, señala, es la pugna por acabar con la doble centralización que viven las zonas cordilleranas de las regiones chilenas.
“En las etapas ha sido más ágil el caso de nosotros porque hay una experiencia de por medio. (Con Ñuble) Hay un modelo. Uno aprende que la única forma para conseguir los objetivos es uniendo todas las fuerzas”, recalca Quiroz, quien concretó un ansiado encuentro con Hérex Fuentes el pasado 26 de abril en el marco del foro “Unidos recuperando la Región de Aconcagua”.
“Ellos me tienen mucha confianza, incluso los alcaldes de la zona de Aconcagua me estaban esperando con muchas ansias. Tienen esperanzas de que nuestra experiencia les pueda servir de estrategia”, comenta Hérex Fuentes, quien completa varios años de asesoría con sus pares del Valparaíso rural y minero.
“Soy muy amigo de Hérex. Le he consultados cosas. Hay una relación interesante”, narra por su parte Yuri Quiroz.
El aporte de Ñuble a Aconcagua, indica el mismo Fuentes, ha pasado por la definición de “una estrategia y una logística. Cómo se realiza el proyecto y se genera la transversalidad política y la amistad cívica”.
Yuri Quiroz subraya lo esencial del soporte entregado como, a su vez, el sostenido empuje institucional. “El estudio de factibilidad es la primera etapa, la segunda es el análisis financiero de parte del Ministerio de Hacienda y la tercera es el ingreso del proyecto de ley, que le corresponde al Ejecutivo. Si no es en esta administración, la Región de Aconcagua se va a hacer tarde o temprano igual”, detalla el vocero, que se da un plazo máximo de 6 años para ver en la práctica la decimoséptima región chilena.
Hérex Fuentes revela que hace cuatro años visitó Aconcagua y que en la oportunidad mostró una presentación que apuntaba 17 claves para la creación de una región. Los aconcagüinos en aquel entonces, plantea con seguridad, cumplían 15. Pero no son los únicos.
“He estado en Limarí-Choapa, echando a caminar el movimiento regionalista de allá. Ellos sienten lo mismo respecto a La Serena. También he tomado contacto con Maule Sur. Chiloé también tiene un movimiento y un sector de Osorno, al ver que se activó Aconcagua, me llamó. Entiendo que en la zona de Malleco igualmente hay algunos movimientos”, expresa Fuentes, anticipando un debate que eventualmente escapará en poco tiempo más a Bío Bío y Valparaíso.
Sin embargo existen voces críticas de la atomización regional, que cuestionan duramente el acelerador hacia una “medida parche” que no solucionaría los históricos problemas de un país burdamente centralizado.
Es el caso de la Fundación Piensa, asentada en Valparaíso. De hecho, su presidente ejecutivo, Juan Pablo Rodríguez, estuvo presente en una sesión de la Comisión de Gobierno Interior de la Cámara de Diputados en 2017. Si bien en la instancia parlamentaria se discutía el caso de Ñuble, el organismo vio con preocupación una separación del Bío Bío.
“Sostuvimos una posición contraria, porque fuera del mérito específico de Ñuble, es indudable que esto forma parte de un panorama general de una tendencia hacia dividir las regiones en nuestro país. Evidentemente luego de Arica y Los Ríos, la siguiente era Ñuble y en ese cronograma la próxima discusión es en torno a la división de Valparaíso”, analiza Rodríguez.
“La eventual división de una región no va a curar la enfermedad. A lo sumo va a producir un costoso efecto placebo que, ante la realidad de la permanencia de los problemas, se va a desvanecer y va a generar en la población de las provincias no costeras la indignación propia de aquel que ha sido engañado”, sentencia el experto, defensor de las macrorregiones y la negociación proporcional entre periferia y centro; equilibrio que, no duda en afirmar, se perderá en Chile si Valparaíso, tal como Bío Bío en su momento, termina por quebrarse.