Retornado a Chile, Juan Gabriel Valdés comienza a explorar su lado académico, aunque sin dejar de lado las pasiones políticas de toda una vida.
Más interesado por el mundo académico que político dice sentirse Juan Gabriel Valdés, ex canciller nacional y, hasta hace poco, embajador de Chile en EE.UU.
De retorno en el país producto del giro ideológico de La Moneda, Valdés afirma que se encuentra abierto a contribuir al diálogo en la escena interna del Partido Socialista, su colectividad, y también en materia de relaciones exteriores, su pasión de toda la vida.
En ese marco, el jueves visitó Concepción invitado por el Programa de Estudios Europeos de la UdeC, instancia que le permitió compartir con estudiantes y reflexionar en torno a la figura del hombre que remece al mundo: Donald Trump.
– ¿Cómo se parte analizando la figura del presidente de EE.UU.?
– No es fácil hablar de EE.UU. hoy, porque es un país que está absolutamente perplejo. Perplejo porque muchas de las cosas que asumió y condujo durante los últimos 40 años, parecen no tener ahora el mismo valor. Hay que recordar que el orden internacional tal como lo conocemos, fue creado prácticamente por EE.UU. después de la Segunda Guerra Mundial, y hoy el Presidente Trump y su Gobierno parecen ver ese orden como una suerte de drama que tienen que enfrentar.
– ¿Se genera un cambio cultural en EE.UU.?
– Cuando terminó el período de las dictaduras en América Latina, donde EE.UU. tuvo relevancia y participación directa, los tres pilares de estabilidad de la relación entre Norteamérica y Latinoamérica, fueron el apoyo a los Derechos Humanos, al libre comercio y a un tipo de conducción global multilateral. Hoy, ninguno de esos tres principios es válido. Hoy, el Presidente Trump prefiere inclinarse por gobiernos que tienen rasgos de autoritarismo. Hay un cuadro de desinterés con lo que son los procesos de sostenimiento de las democracias.
– ¿Se consolida una administración en crisis constante?
– Lo que estamos viendo ahora es un espíritu reaccionario, encabezado por una persona que tiene un genio comunicacional que le hace desviar la atención de los temas esenciales con esta suerte de crisis permanente o con lo que, como se ha dicho, es el manejo caótico de la Casa Blanca, y eso tiene repercusiones graves.
– El carácter de Trump.
– Hay una imprevisibilidad tal, que lo que vaya a hacer la próxima semana no lo podemos imaginar. Quiere manejar el mundo como un reality show, quiere sorprender a la audiencia y eso lleva a la catástrofe. Produce una gigantesca incertidumbre y simplemente por estar midiendo constantemente la musculatura, por ejemplo, con China. A Trump no le interesa un orden, la idea del orden contradice sus instintos. Él maneja el caos, por lo que el conflicto y la competencia sin reglas le viene bien.
– América Latina atraviesa un tiempo difícil. Brasil es la última noticia que llega.
– Yo siento que la democracia está en riesgo en América Latina. El proceso venezolano es un proceso de autodestrucción. Tenemos muchas elecciones en la región y muchas de ellas van a tener tanta consecuencia como pudo tener el plebiscito del ‘88 en Chile. Son tan importantes como eso por lo que definen. Lo de Brasil tiene una particularidad: es el país más grande de la región. A mí me preocupa que la judicialización de la política termine en la militarización de la política.
– ¿Cómo ve la nueva orientación de la política exterior de Chile?
– A mí hay varias cosas que me preocupan. Lo primero es que nosotros tenemos una principal cuestión que es la relación con los vecinos. Con Bolivia nosotros necesitamos un tipo de política que vaya más allá de la situación en la Corte, pero tenemos que reconocer la realidad. El Presidente Morales le ha hecho un flaco favor a su país al transformar en confrontacional la relación con Chile.
– ¿Qué opina de las bajas al presupuesto de Exteriores?
– Los consensos políticos tienen que estar acompañados por un consenso respecto de que la política exterior de Chile no es gratuita y que la influencia de Chile en el exterior requiere de apoyo del Estado.
– Ahora en Chile, ¿quiere ser actor en la articulación de la oposición y en particular del PS?
– El momento es muy complejo. Siento que el mundo social demócrata enfrenta un cuadro no distinto a lo que enfrentó después del golpe de Estado, a ese nivel. Vamos a tener que repensar el conjunto de conceptos e ideas que han hecho fuerte al mundo socialdemócrata. La reconstrucción de la oposición no pasa por tres o cuatro “acuerditos”, pasa por una propuesta al país, y ahí no se excluye a nadie. Me gustaría estar en conversaciones con personeros desde el Frente Amplio a la DC.
– Pero la DC ha decidido alejarse.
– Lo que siento es que al no haber ideas básicas de lo que queremos hacer, naturalmente lo que termina pasando es que se piensa solo en operaciones políticas, y claro, cuando se piensa así, la gente piensa en su conveniencia inmediata y la DC parece estar decidiendo que su conveniencia inmediata es el no estar reunida con aquellos con los que estuvo los últimos 30 años. Ahora, yo no creo que nadie en la DC se reste de instancias de reflexión común.