Analistas aseguran que está medianamente comprobado que debates televisivos no consiguen hacer que alguien cambie su opción, ni mucho menos movilizar electorado.
El lunes en la noche se efectuó el primer y único debate televisado de Chile Vamos con miras a las elecciones primarias del domingo 2 de julio. Anoche, era el turno de las cartas de Frente Amplio, el sociólogo Alberto Mayol y la periodista, Beatriz Sánchez.
No obstante, fue el primer encuentro mencionado el que estuvo en boca de todos y fue suerte de comidillo en las redes sociales, aunque no precisamente por la profundidad de las ideas o diferencias y/o acuerdos con los temas y programas planteados, sino todo lo contrario, por la pobreza intelectual y argumentativa.
Lo lamentable, y más allá de la mejor performance que alguno pueda haber tenido, lo cierto es que ninguno de los tres, Sebastián Piñera, Manuel José Ossandón y Felipe Kast, se salvó de las críticas.
El hecho vuelve a poner en discusión la validez de estas instancias, respecto al aporte que, eventualmente, podría significar para el votante indeciso. ¿O será que de un tiempo a esta parte, los debates se han transformado en parte del show o la parrilla programática televisiva?
Consultado al respecto, el sociólogo Francisco Bravo dijo que en general “está medio demostrado que los debates no movilizan electorado en forma significativa. Es más, una afirmación, para los partidarios fieles, de que los compromisos que se han tomado en la interna de los partidos serán cumplidos”.
Dijo que los debates pueden ser más significativos para quienes están fuera de los grandes bloques (outsiders). “Es una apuesta para que personas que no los conozcan, los ubiquen y habrá que verlo en las urnas, es decir, llevar a electorado que no vota, a votar; más que quitar votos a otros”, sostuvo.
El académico de la Universidad Andrés Bello (Unab) y especialista en marketing político, Felipe Vergara, coincidió. “Sólo sirven para confirmar tu voto o, en el caso de los indecisos, poder evaluar mejor. Es muy poco lo que cambia en la tendencia de la gente”, dijo.
Vergara, no obstante, valoró que sea un show, como el del lunes en la noche. “Al menos pudimos ver a dos candidatos como Piñera y Ossandón, totalmente fuera de sus casillas y eso es clave para la toma de decisión. Un presidente no puede perder la compostura, por más barbaridades que diga. A diferencia de muchos, que han optado por ser políticamente correctos, creo que el debate fue bueno, entretenido, dinámico y confrontacional. El tema de si fue o no republicano, es a lo menos burgués o lisa y llanamente fome, y justo lo que la ciudadanía no quiere ver”, opinó.
El presidente de la Fundación Participa, Daniel Ibáñez, fue más crítico, considerando que “los debates presidenciales en una democracia cumplen una función muy importante. Constituyen un foro público, es el espacio donde, a través de los periodistas, la ciudadanía puede emplazar a los candidatos en aquellos temas donde estos no han querido referirse muchas veces”.
En opinión de Ibáñez, en las franjas los candidatos pueden transmitir su parecer a la ciudadanía y por ello cree necesario que sigan existiendo estos espacios, pero el nivel del lunes lo calificó de “paupérrimo”.
“Lo que hubo fueron descalificaciones permanentes entre uno y otro candidato, no hubo un debate de ideas o proyectos país que están en discusión y eso es lo que se echa de menos”, sostuvo el representante de Fundación Participa.
El abogado, Claudio Sepúlveda, experto en políticas públicas regionales, no obstante, destacó que “la derecha se ha arriesgado, saliendo de la zona de confort nombrando a un candidato por ‘consenso’, hemos sido partícipes de ver a los precandidatos confrontar a una opinión pública cada vez más punzante y directa, y confrontarse entre ellos, no mediante una opinión de tantos caracteres en una red social, sino cara a cara”.