Tras 29 meses de gobierno y sólo 14 para la próxima presidencial, representantes del oficialismo se atreven a tomar distancia del programa Bachelet y a visualizar nuevas propuestas, giros y reenfoques de cara a un eventual triunfo en 2017. ¿Lo más difícil? Lo de siempre: congeniar visiones ideológicamente opuestas.

 

La confirmación del ex presidente Ricardo Lagos como carta presidencial, además de la buena evaluación del senador radical Alejandro Guillier en las últimas encuestas, tienen a la Nueva Mayoría respirando un ambiente de elecciones presidenciales con 14 meses de anticipación. Y aún cuando muchos alegan que es muy pronto para el síndrome del "pato cojo" y verbalizan que es irrespetuoso para con la Presidenta Bachelet, a puerta cerrada el debate y los cálculos entre las distintas fuerzas que conforman el conglomerado es obligatorio.

En ese mismo ámbito interno, comienzan a sonar en los pasillos de los partidos oficialistas, ideas para un futuro programa que, sin que parezca como una ruptura respecto al de Bachelet, se haga cargo de las críticas que explican las históricas cifras de rechazo ciudadano en las encuestas. 

¿Qué debe incluir entonces un nuevo programa? ¿Cómo articular de manera armónica -y por segunda vez- los postulados al pensamiento de partidos tan antagónicos como la Democracia Cristiana y el Partido Comunista?

Entre los puntos comunes que interesan a los representantes de los partidos, destacan dos por sobre el resto como puntos compartidos. Si en el actual gobierno el énfasis estuvo puesto en la Educación, el gran tema para el próximo período será la Salud. En segunda instancia, un tema que fue puesto en pauta por la propia ciudadanía, y que el próximo gobierno (cualquiera sea su ideología) deberá atreverse a abordar: una modificación al sistema de pensiones. 

Si bien tienen claros los puntos, la diversa muestra de representantes de la Nueva Mayoría en Bío Bío, aún no se aventuran a entregar detalles de cómo deberían ser los cambios en dichas materias, probablemente porque aún no tienen claro cómo serán aceptadas por sus socios y en sus propios partidos. 

Y si bien queda más que un año para la elección, en off the record la mayoría de los entrevistados plantea que esta vez el programa debe ser mucho más explícito y menos expuesto a la improvisación que el actual.

Si hay un partido que ya lleva la delantera en los borradores, ese es la Democracia Cristiana, tal vez por tratarse de la colectividad que más reparos ha formulado a las reformas implementadas por la administración Bachelet. En efecto, lleva meses discutiendo los lineamientos de lo que debería tener su Programa de Gobierno.

Esto es fundamental para la colectividad, ya que a partir de aquello se definirá a su candidato presidencial, el que podría presentarse en primarias o en una primera vuelta, cosa que aclararán en su Junta Nacional.

Más allá de los programas pero sí relacionado a esto, son las diferencias ideológicas que deben resolverse tanto al interior de los partidos, como entre ellos mismos como parte de una misma coalición que, al menos en este gobierno, ha mostrado una cohesión más instrumental que de fondo.