Dra. Ana Araneda
Directora ejecutiva Biobío Sostenible
Estamos a puertas de celebrar las fiestas de navidad y año nuevo, con felicidad, nostalgia, solidaridad, con muchas expresiones de convivencias, donde las ciudades se llenan de luces y un ambiente de consumo dominan nuestras calles.
En esta época, las familias tienden a gastar más, impulsadas por el espíritu festivo, las tradiciones y la presión social de cumplir con las expectativas de regalos y celebraciones, sin embargo, este año, varios estudios han demostrado que, un 39% de las personas adquirirán menos productos y/o servicios durante esta Navidad, lo que es reflejo de la situación económica del país, producto del estallido social y pandemia.
Pese a este escenario económico, de inflación (25%), situación económica familiar (20%) y el desempleo (18%) ocupando las principales razones detrás de la disminución en las compras, aun así, las familias en general aumentan en casi un 50% el consumo energético, generación de residuos por los embalajes de los regalos y restos de alimentos, agudizando el calentamiento global por el aumento de emisiones de CO2, gas de efecto invernadero que alcanza entre un 20% a 25% por la producción y transporte de bienes, y el aumento de energía eléctrica debido a la iluminación, electrodomésticos.
A su vez, el aumento de consumo de alimentos y sus encarecimientos generan dualidades, primero más endeudamiento mensual en los bolsillos familiares y altos niveles de generación de desperdicios orgánicos que terminan como destino final, al relleno sanitario, cuya disposición de residuos en la región del Biobío es de extrema gravedad por la falta de lugares autorizados y nulas proyecciones de generar una economía circular a través de la basura.
Todos los años se repite este mismo escenario y pocas acciones se aplican para que estas fiestas sean más sostenibles, sabiendo y teniendo como incertidumbre que nuestros recursos son finitos y limitados como lo manifestó Garden en los años ´60 en su obra la tragedia de los comunes que nos invita a la reflexión crítica y técnica del empobrecimiento.
No es necesario ser Grinch para avanzar en la sostenibilidad, simplemente una cuota de amor para nuestro planeta.