Al respecto, Herrera señaló que “uno puede comprar cosas en el exterior, hay elementos que son más baratos en China para la campaña. Ese es el vínculo (con Zaldívar). Todo lo que son las palomas y esas cosas son mucho más baratas en China. Y al traerlas, Álvaro lo vendía acá, no solamente a Zaldívar, sino que a distintos políticos. Se les vendió a más políticos, pero no sé nombres, solo sé que es parte de su actividad, de su giro comercial, así como las personas que les organizan eventos a los políticos”.

Consultado del motivo por el cual Jofré solicitó ayuda al senador para saber qué ocurría con las visas de ciudadanos chinos que estaba gestionando, Herrera indicó que “si tú tienes un amigo político y quieres conversar con él le haces consultas, pero Zaldívar no logró nada, si bien lo orientó un poco, no logró nada en beneficio de Álvaro”. Añadió que el empresario y el parlamentario se conocieron en Curicó, VII Región.

Cuando se dio a conocer este caso por La Tercera el miércoles pasado, Zaldívar explicó que le indicó al empresario que “iba a llamar a la Dirección Consular para preguntar por qué no le dan las visas. Automáticamente me respondió el director de Asuntos Consulares, el señor Carlos Appelgren y me respondió: ‘Te voy a mandar una minuta de por qué no se les están dando las visas’”. Asimismo, el senador descartó haberlo ayudado a tramitar estos documentos.

De acuerdo a la defensa de Jofré, solo habría sido un error que el empresario contactara a Zaldívar en el caso de que “existiera una ley de lobby que impidiera hacer un llamado a cualquier político (…). De hecho, uno se reúne con políticos o van los políticos a las juntas de vecinos y les preguntan cómo pueden hacer para obtener un subsidio. Es la misma situación. Todos los políticos realizan este tipo de actividades”.

Sobre los servicios que prestaba Álvaro Jofré, el abogado explicó que él se dedicaba a realizar “orientación, asesoría para el ingreso a Chile. Ayudaba (a los chinos) a obtener la documentación en forma legal”. Asimismo, señaló que la mayoría de estos extranjeros hoy están trabajando como comerciantes en el Mall Chino, en Santiago, y otros se dedican al mismo rubro en Estación Central.

Agregó que “aquí no se trata de ingresar a gente y esclavizarla o maltratarla, no es el caso, y ahí se configuraría un delito. El tema es que para que haya delito tiene que haber condiciones paupérrimas, como ocurrió con el caso de los paraguayos o como los haitianos. Este no es caso, es gente que entró con dinero a Chile a invertir, de hecho, viajan y vuelven, porque les gusta Chile”.