
Alfonso Henríquez R.
Investigador Centro de Estudios Europeos
Uno de los principales riesgos que conllevan los sistemas de IA, se relaciona con la forma en cómo podrían afectar a garantías básicas como la libertad, la igualdad y la participación democrática. De acuerdo con algunos autores, un enfoque fundado en los cuatro principios clásicos de la bioética podría ser muy útil como forma de enfrentar dichos desafíos, proponiendo agregar un quinto principio a modo de complemento.
Por ejemplo, de acuerdo con el principio de beneficencia, los sistemas de IA deberían promover el bienestar humano en todos los niveles, junto con garantizar las condiciones básicas que hacen posible tanto la vida humana como la vida animal.
Por otro lado, tenemos el principio de no maleficencia. Aplicado al campo de la IA, implicaría asegurar que estos sistemas no dañen a las personas. Para alcanzar este objetivo, se podrían establecer derechos digitales, diseñar estrategias que eviten la existencia de sesgos a la hora de diseñar e implementar la IA, o hacer frente a retos relacionados con el uso de datos personales, entre otros.
En tercer lugar, encontramos el principio de autonomía. Para el filósofo Luciano Floridi, cuando usamos un sistema de IA, cedemos en parte nuestro poder de decisión a los artefactos tecnológicos. Debido a lo anterior, estos sistemas deberían preservar y potenciar la autonomía y la dignidad de los seres humanos.
El principio de justicia es otro principio fundamental. En palabras de la filósofa Adela Cortina, la materialización de este principio estaría relacionada con la necesidad de distribuir equitativamente los beneficios de la IA, generando un mundo inclusivo con igualdad de oportunidades frente a los oligopolios digitales. En materia de empleo por ejemplo, esto supondría organizar la sociedad frente a los desafíos derivados de la automatización.
Finalmente, y a estos principios clásicos, podemos agregar el principio de explicabilidad. En este campo, resulta clave poder comprender como funcionan los sistemas de IA, así como sus alcances y ramificaciones, saber quién los diseñó, su propósito, la información utilizada, etc. Al mismo tiempo, también supone que debemos contar con mecanismos de responsabilidad bien definidos, e instancias de rendición de cuentas, las cuales deberían obligar no solo a los organismos públicos, sino que muy especialmente a los privados.