Quedamos los que puedan sonreír
24 de Enero 2025 | Publicado por: Diario Concepción
En Latinoamérica, por ejemplo, esta responsabilidad pasa por avanzar en la implementación efectiva del Acuerdo de Escazú, un paso fundamental para garantizar el acceso a la justicia, a la información fidedigna.
Camila Bañales Seguel
Dra. Ciencias Ambientales, colaboradora de Colectiva
“Quedamos los que puedan sonreír” en un mundo donde las pantallas brillan más que las estrellas. La frase de Silvio Rodríguez resuena al pensar en la entrada de Trump al poder: un caudillo que consolidó la desinformación como arma política y convirtió la verdad en algo negociable. Hoy, las grandes corporaciones tecnológicas como Meta, X y Amazon refuerzan este ecosistema, priorizando clics sobre el bienestar colectivo. ¿Cómo hablar de democracia cuando las mentiras se viralizan más rápido que los hechos?
Para quienes trabajamos en ciencia, este panorama es desolador. La ciencia no es ni puede ser la salvación, pero tampoco puede mantenerse ajena. En un mundo marcado por la injusticia climática, la ciencia debe ser un puente, un espacio para construir diálogos horizontales con quienes enfrentan en primera línea la devastación ambiental. Los científicos y científicas no somos portadores de verdades absolutas, debemos vernos también como ciudadanos y ciudadanas comprometidas, parte de una sociedad que necesita respuestas colectivas y justas.
En Latinoamérica, por ejemplo, esta responsabilidad pasa por avanzar en la implementación efectiva del Acuerdo de Escazú, un paso fundamental para garantizar el acceso a la justicia, a la información fidedigna y la defensa de los derechos humanos, especialmente para los grupos más vulnerables. Incluso en democracias frágiles, influenciadas por poderes políticos y económicos globales, debemos insistir en que la justicia no es un lujo, sino un derecho.
La esperanza no es ingenuidad; es un acto político y colectivo. Confiar en el poder transformador de la ciencia, el conocimiento comunitario y la colaboración nos permite seguir empujando por un presente más inclusivo y sano. Nuestra tarea es aprender a convivir con la incertidumbre, buscar aliados en los rincones menos esperados y recordar que, aunque el viaje sea largo, aún podemos sonreír. La sonrisa, cuando nace de la convicción, es un arma poderosa contra quienes pretenden gobernar desde el miedo.