Una Siria post Assad
11 de Enero 2025 | Publicado por: Diario Concepción
Jorge Araneda Tapia
PhD. (c) International Relations / Middle East
CEE UdeC
Más allá de las dinámicas regionales, la sociedad Siria se enfrentará a varias décadas ligadas a dos conceptos disímiles pero colindantes, la justicia transicional y la crisis de los refugiados. Ambas caras de una misma realidad y parte de una de las catástrofes humanitarias más desgarradoras del siglo XXI.
Desencadenada por una guerra civil que estalló en 2011, y punto culminante de las problemáticas del régimen de Assad, el conflicto desplazó cerca de 13 millones. De ellos unos 6,8 millones buscaron refugio en el extranjero, principalmente en países vecinos, en Europa e incluso en Chile, otras decenas de miles emigraron dentro del país. Sus historias personales se convirtieron en un símbolo del sufrimiento humano, de resistencia y un reto a la justicia universal.
Con la caída de Assad algunos países europeos iniciaron esfuerzos para repatriar a los refugiados sirios, alegando el cambio de las condiciones. Un error imprudente, la complejidad de la devastada economía, el abandono de infraestructuras y las cicatrices sociales justifican un enfoque más cauteloso de la resuelta repatriación.
Durante la guerra civil, muchos sirios se arriesgaron a realizar peligrosas travesías por el Mediterráneo, buscando seguridad en Europa. Dos imágenes todavía residen en la memoria de la mayoría los ciudadanos árabes, una fueron las embarcaciones abarrotadas y trágicos cuerpos de niños y mujeres fallecidos en playas europeas, junto a que algunos países abrieron sus puertas y otros erigieron barreras.
La crisis de los refugiados generó profundos retos: presión sobre los recursos de los países de acogida, islamofobia como arma del populismo, y traumas duraderos de quienes huyeron y exigen justicia por la violación de sus Derechos Humanos. A pesar de esto, muchos se aferraban a la esperanza de volver, sin omitir el coste psicológico del retorno. Considerando que fueron testigos directos de la violencia ejercida, regresando a un país que aún arrastra cicatrices de guerra puede agravar estos problemas de salud.
Sin duda, los programas orientados a la construcción de la comunidad pueden ayudar a superar las divisiones y la labor de la comunidad internacional será clave, al igual que la educación para darle a la próxima generación las habilidades necesarias para reconstruir su país. Sumadas a las iniciativas culturales y artísticas que celebran el enorme patrimonio de Siria.